*Por Juan I. Martínez Dodda
El agua es vida, si hablamos de cultivos, plantaciones o animales. Un riego adecuado es clave para el hinchamiento de la cereza, que depende del agua. La cereza tiene mucho porcentaje de agua y si la misma no está disponible en los momentos y cantidades adecuadas, se pueden tener problemas de calidad y de tamaño.
En este sentido, la información permite tomar decisiones con mayor fundamento. Antiguamente esos datos eran más escasos o eran de menor precisión. Hoy, con las tecnologías disponibles, se puede obtener una paleta de datos que sirven a la hora de hacer cambios, inversiones y mejoras. Este fue el objetivo trazado por un equipo de trabajo multidisciplinario e institucional que evaluó cómo están funcionando los equipos de riego en Los Antiguos y si están entregando la cantidad de agua prevista a cada planta de acuerdo con los cálculos preestablecidos. Esta información permitirá, en caso de que no cumplan con los objetivos para los cuales fueron instalados, que se implementen mejoras.
El trabajo se realizó en chacras de productores de la cooperativa El Oasis y de las empresas Frutos del Valle y Southern Crops by Río Alara. Participaron también estudiantes de la carrera de Tecnología Superior en Biotecnología Agropecuaria, del Instituto Superior de Enseñanza Técnica (INSET), con apoyo del Municipio de Los Antiguos. Se trabajó inicialmente en 7 establecimientos con mediciones a campo, siguiendo una metodología estandarizada, con monitoreo de la infraestructura y consultas a los encargados del riego.
Los resultados iniciales del relevamiento, ya que se trata de un trabajo en desarrollo, fueron presentados por los ingenieros agrónomos Santiago Arhancet y Fernando Manavella. “Actualmente, más del 60% de los montes productivos de cereza utilizan riego localizado” y “la programación del riego y correcta operación de los equipos son fundamentales para obtener buen rendimiento y fruta de calidad”, contó Manavella.
Para que un equipo de riego opere en base a su diseño original, es necesario controlar su funcionamiento y realizar el mantenimiento de todos los componentes. Cualquier alteración afecta la distribución de agua y tiene un impacto en los resultados productivos, ya que afecta la calidad de la fruta obtenida.
Manavella explicó que “el objetivo inicial de este trabajo fue saber si estos equipos están entregando la cantidad de agua prevista a cada planta de acuerdo con los cálculos” y explicó que para ello “se trabajó con lo que se llama coeficiente de uniformidad“.
“Es importante para el productor saber cuánta agua aporta y cómo está funcionando su sistema de goteo y para eso medimos caudal y presión, calculamos el coeficiente de uniformidad y nos encontramos con la sorpresa de que, si bien la uniformidad es adecuada, a veces la presión del sistema es baja, no es la que corresponde“, indicó Manavella.
Resultados
Gracias al diagnóstico se pudo concluir que “los equipos de riego están en funcionamiento, están bien diseñados, tienen los caños que corresponden, pero no están cumpliendo con su cometido al no contar con la presión adecuada de trabajo por falta de mantenimiento”. “El relevamiento nos permitió contar con un diagnóstico que posibilitará implementar un plan para mejorar este aspecto para la próxima temporada”, desarrolló.
El diagnóstico detectó que si bien no hay serios problemas de distribución, se puede optimizar el uso del agua resolviendo problemas técnicos y vinculados al manejo. Para ello, se propusieron capacitaciones sobre los componentes fundamentales del equipo y su uso, y se debe avanzar en el diseño de calendarios de riego e incorporar como práctica el monitoreo del estado hídrico del suelo y del cultivo.
Los técnicos señalaron, asimismo, la necesidad de realizar una muestra de mayor tamaño para descartar definitivamente la incidencia de problemas de distribución en los lotes irrigados.
Entre otras cosas, se detectó la ausencia de caudalímetros, equipos diseñados para funcionamiento automatizado que se utilizan de forma manual, lotes regados con presión inferior a la recomendada en el diseño o riego de más lotes por sector de los establecidos al diseñar el equipo.
También, en otros casos, se encontró bajo nivel de atención a la detección de problemas desde el cabezal del equipo, combinando la información del manómetro, el amperímetro y el caudalímetro.
En los casos en que se emplea información satelital para la decisión de tiempo y frecuencia de riego, se detecta la falta del aporte de datos locales, como textura, estructura, velocidad de infiltración de los suelos. A su vez, hay escaso conocimiento y seguimiento de indicadores de agua disponible en el perfil de suelo.
“Gran porcentaje de los productores decide la frecuencia y tiempo de riego en base al estado visual de las plantas, o por recomendación de otros productores, aplicando láminas inadecuadas”, advirtieron en el informe final. “Pocos productores toman muestras para evaluar el estado hídrico del suelo y del cultivo, o implementan instrumental para evaluarlo (por ejemplo, sensores)”, agregaron.
Vale recordar que la zafra de cereza en Los Antiguos cerró este año mejor que el año pasado. Con mejor calidad y cantidad, estable en los precios de exportación, aunque deprimida en el mercado interno. Si se acepta la metáfora, ha sido un año de pétalos de rosa, pero también con espinas.
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