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La tranquilidad habitual de la noche truncadense se vio alterada por un episodio tan sorprendente como preocupante dentro del ámbito penitenciario. Ocurrió en la Comisaría Primera de Pico Truncado, cuando un vehículo de alquiler se presentó en la guardia con una curiosa encomienda: un pedazo de carne destinado a uno de los detenidos alojados en la dependencia, quien -según trascendió- tenía permiso judicial para cocinar su propia comida.
Según pudo saber La Opinión Austral, el remisero explicó a los efectivos que había sido contratado desde un domicilio particular para entregar el alimento al interno, y que tras cumplir con el encargo, se retiró sin mayores detalles. Sin embargo, al inspeccionar el corte cárnico antes de ingresarlo al área de detención, el personal policial notó algo fuera de lo común: una bolsa oculta dentro de la carne.
Ante el hallazgo, se convocó de inmediato al personal de la División de Investigaciones (DDI) local, que procedió a realizar las pruebas de campo correspondientes. El test arrojó resultado positivo para cocaína, con un peso cercano a los 10 gramos.
El hecho fue comunicado sin demora al Juzgado Federal de Caleta Olivia, que ordenó el secuestro del estupefaciente e inició las actuaciones de rigor para determinar el origen del envío y las posibles responsabilidades penales de los involucrados.
Según informaron fuentes policiales, el episodio ocurre en un contexto particular dentro de la dependencia. Desde hace tiempo, varios detenidos habían expresado su descontento por la calidad y cantidad de los alimentos provistos por el Estado, lo que derivó en una autorización judicial para que pudieran preparar su propia comida dentro del pabellón. Esa medida, orientada en principio a garantizar condiciones más humanas de detención, fue aprovechada -según se presume- como una vía para intentar introducir droga al lugar.
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