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El caso se remonta al año 2007, cuando Belén —entonces una adolescente— participaba activamente como colaboradora en la Iglesia del Movimiento Cristiano y Misionero de Río Gallegos. Según su testimonio, fue en ese contexto donde comenzaron los abusos por parte de Miguel Ángel Triviño, quien ocupaba el rol de pastor dentro de la congregación.

Durante años, el relato de Belén se mantuvo silenciado. Fue recién en marzo de 2021 que la joven, con valentía, decidió romper el silencio en una entrevista exclusiva con La Opinión Austral, donde contó por primera vez los hechos que marcaron su adolescencia. En ese momento, tenía 16 años y un cúmulo de emociones a flor de piel: miedo, vergüenza, impotencia. Pero también, desde el primer día, una férrea voluntad de que su historia no quedara impune.

La causa judicial avanzó lentamente. En primera instancia, la joven fue escuchada en sede de instrucción y se le realizaron pericias que, según fuentes cercanas a la causa, habrían arrojado indicadores de trauma compatibles con situaciones de abuso sexual. A pesar de ello, el Juzgado de Recursos resolvió revocar el procesamiento de Triviño, al considerar que su relato no resultaba suficiente para sostener la acusación penal.

La tapa de LOA que reflejó el caso.

La decisión judicial generó un profundo malestar entre los allegados de Belén y en sectores de la comunidad que seguían el caso con preocupación. Sin embargo, la jueza de Instrucción reafirmó la imputación, que más tarde sería apelada por la defensa del acusado, sin éxito. Así, sin haber sido nunca detenido, Miguel Ángel Triviño llegará en libertad al juicio oral que ya tiene fecha: el próximo 20 de noviembre, a las 9:00 de la mañana, en la Cámara en lo Criminal y Correccional de la Primera Circunscripción Judicial de Santa Cruz.

En las últimas horas, la causa cobró nuevamente visibilidad pública luego de que Belén publicara un extenso y desgarrador mensaje en redes sociales. En él, relata haber recibido un audio del propio Triviño, cuya escucha le provocó un fuerte impacto emocional. “Me generó una opresión en el pecho, nervios, y ganas de llorar”, expresó. En el mismo posteo, denuncia que el pastor continúa refiriéndose a Dios y a la congregación “como si nada hubiera pasado”, lo cual considera una ofensa a su dolor y al de otras víctimas.

El audio de Triviño fue transcripto por una IA de Whatsapp y da cuenta del hombre reconociendo que habrá un juicio en su contra,

Belén no se guarda nada. Acusa a Triviño de haberle “robado la inocencia” y apunta también contra Bolívar Santos —otro pastor de la misma congregación— a quien responsabiliza de encubrir al acusado y entorpecer el proceso judicial. “Estoy muerta en vida, pero no me van a hacer callar”, remarcó, en un texto que mezcla dolor con una admirable determinación de seguir adelante.

“No necesito mentir. Con estas cosas no se jode, porque lamentablemente hay víctimas que lo padecieron y no soportaron el dolor… y hoy ya no están entre nosotros”, escribió, en una referencia que evoca otros casos de abuso eclesiástico que terminaron en tragedia. Al mismo tiempo, expresó su esperanza de que, a pesar de todo, la justicia todavía pueda hacerse presente: “Sigo creyendo en que en este país, y en mi provincia de Santa Cruz, existe la justicia. No pierdo esa poquita fe”.

El audio de Triviño fue transcripto por una IA de Whatsapp y da cuenta del hombre reconociendo que habrá un juicio en su contra, ante lo que parece ser su congregación. “Tengo fe que Dios hará su perfecta voluntad” indicó.

En su mensaje, Belén también dejó en claro que está dispuesta a llegar hasta las últimas instancias: “Si tengo que llegar a la Corte Suprema, ahí estaré para ser escuchada”. Con ese compromiso, se posiciona como una voz clara y valiente en un contexto donde muchas víctimas todavía temen hablar.

El próximo 20 de noviembre, las puertas del tribunal se abrirán para un juicio que lleva años de espera y silencio. En ese recinto, se pondrá en debate la responsabilidad penal de un hombre acusado de un crimen gravísimo y también el valor de la palabra de una víctima que nunca dejó de pelear.

 

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