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A un año del trágico accidente que le arrebató la vida a Soledad Maidana en el barrio Fátima de Río Gallegos, su padre, Luis Maidana, desahogó su dolor y rabia en un emotivo descargo en Facebook. Con palabras crudas y desgarradoras, cargó contra Ivar Martens, el conductor de la camioneta que impactó contra el auto en el que viajaba Soledad, y cuestionó la lentitud de la justicia.
En febrero del 2024, Soledad Maidana, una mujer de 32 años, madre de dos niños y reconocida en su comunidad por su compromiso con la salud y su espíritu solidario, perdió la vida en un choque ocurrido en el barrio Fátima. Según los informes policiales, el accidente fue provocado por Ivar Martens, quien manejaba en estado de ebriedad.
Luis Maidana, padre de Soledad, utilizó su perfil de Facebook para expresar su indignación y desesperación. En un texto extenso y emotivo, describió el vacío que dejó su hija y la lucha diaria de su familia para seguir adelante. “A un año de que un borracho y falopero, que es Ivar Simon Martens, te haya quitado la vida, conduciendo con total desprecio por la vida de terceros, solo quiero poner todo el énfasis en vos”, escribió Luis, dirigiéndose directamente a su hija.
“Por otro lado, la ‘justicia’ nos sigue dando la espalda, es decir, los encargados de administrarla”, denunció y agregó que esta situación afectó a él y a sus nietos: “nos c.. la vida” expresó.
Soledadno era solo una madre y una hija, sino también una mujer comprometida con su comunidad. Había realizado cursos en el área de salud y estaba capacitada para asistir en emergencias, desde vacunaciones hasta partos y primeros auxilios. “Pensaba yo… todo lo que vos aportarías a la sociedad hoy en día con todos esos cursos que hiciste en la parte de salud“, reflexionó Luis, destacando el potencial que su hija tenía para ayudar a los demás.
La publicación de Luis también reveló el impacto que la pérdida de Soledad ha tenido en sus hijos, Benja y Martina. “Benja dice: ‘Cómo me gustaría haber estado más tiempo con mi mamá'”, compartió el padre, mientras que Martina, en su inocencia infantil, le pide a Dios que su madre “sea persona otra vez“.
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