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El 3 de mayo, la tragedia golpeó a Río Gallegos cuando Alan Márquez, un camillero de 30 años, sufrió una caída desde un tercer piso. Las fracturas que le provocó ese dramático accidente fueron tan severas que, según los médicos, su sobrevivencia misma ya es un milagro. Este viernes, el joven será sometido a una compleja cirugía en Córdoba, donde su madre, Julia Noemí Flores, ha pedido el apoyo de la comunidad a través de una cadena de oración para acompañarlo en este nuevo desafío.


El destino de Alan Márquez cambió abruptamente aquella madrugada, cuando sufrió una caída desde una considerable altura en el barrio 400 Departamentos de la capital de Santa Cruz. La caída fue tan violenta que los médicos que lo atendieron en un primer momento indicaron que, dadas las circunstancias del impacto, lo más probable era que no hubiera sobrevivido. Sin embargo, contra todo pronóstico, Alan continúa luchando por su vida.
El joven camillero de 30 años llegó al Sanatorio de la Cañada, en Córdoba capital, donde permanece internado en estado crítico, luego de sufrir fracturas múltiples, principalmente en la pelvis, que requirieron atención inmediata. A pesar de las complicaciones derivadas del impacto, que incluyeron lesiones en su columna vertebral y un desplazamiento de huesos, Alan logró resistir lo que muchos consideran un verdadero milagro.
Este viernes 16 de mayo, Alan será intervenido por dos prestigiosos cirujanos especializados en trauma óseo, quienes abordarán la compleja fractura en su pelvis. Según explicó su madre, Julia Noemí Flores, los médicos han detallado que la intervención consiste en reducir la parte desplazada de la pelvis y fijarla con plaquetas y tornillos, en un procedimiento que, si bien tiene grandes posibilidades de éxito, también conlleva un riesgo elevado debido a la proximidad de nervios y vasos sanguíneos. “El impacto fue tan fuerte que la pelvis de Alan se desplazó verticalmente. Ahora, la operación consiste en bajar esa parte, acomodarla y fijarla a la otra parte con plaquetas y tornillos”, relató la madre con una calma conmovedora, a pesar de la gravedad de la situación.
A pesar de las complicaciones y el riesgo que implica la cirugía, Julia expresó su confianza en los médicos que lo atienden, pero destacó que, más allá de las habilidades técnicas, lo que realmente la sostiene es su fe. “Yo confío en Dios. Él es el mayor médico que tenemos“, dijo, reafirmando su esperanza de que, más allá de la ciencia, el apoyo espiritual será crucial en la recuperación de su hijo.
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