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El campo vuelve a ser escenario de un brutal caso de abigeato, esta vez en la estancia Moy Aike Chico, ubicada a 80 kilómetros de Río Gallegos.
El jueves pasado, un productor descubrió con indignación que su alambrado había sido cortado en ambos márgenes de la ruta y, a pocos metros, el rastro de una carneada ilegal: al menos 16 ovinos —entre borregas y corderos— fueron robados, mientras que cuatro aparecieron eviscerados y un cordero fue abandonado vivo, atado y a merced de los depredadores.
El hecho no solo representa un duro golpe económico para el establecimiento, sino que también expone la crueldad de los delincuentes. De acuerdo a la información a la que tuvo acceso La Opinión Austral, a través de fuentes consultadas se pudo establecer como fue la mecánica de los delincuentes. Aparentemente, los ladrones violaron la propiedad privada, causaron daños materiales y dejaron un panorama desolador: animales faenados sin ningún tipo de cuidado y un cordero indefenso, abandonado en medio del campo santacruceño.
En el caso intervino el personal de la Policía de Santa Cruz. Una comisión de la fuerza de seguridad llegó al lugar del hecho y realizó las pericias correspondientes. Además de un rastrillaje en la zona en búsqueda de posibles datos que permitan individualizar a los responsables como posibles huellas de neumáticos o algún elemento que podrían haber olvidado en las inmediaciones.
Un delito que no es nuevo
El abigeato es un flagelo recurrente en las zonas rurales de Argentina, especialmente en provincias como Santa Cruz, donde la vastedad del territorio y la escasa presencia policial facilitan este tipo de ilícitos. Para los productores ovinos, cada pérdida no solo significa un perjuicio económico, sino también un ataque a su forma de vida
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