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El Hospital Regional de Río Gallegos se ha convertido en el epicentro de una historia de dolor, incertidumbre y, a la vez, de una impresionante fortaleza. Allí, en medio del pronóstico reservado y el desconcierto, se encuentran Beatriz y Néstor, los padres de Lucía, una joven que se salvó de milagro en el trágico incidente vial registrado ayer, pero que hoy enfrenta una dura recuperación. La comunidad argentina, una vez más, se moviliza en un gesto de solidaridad inquebrantable ante la adversidad.

La noticia del accidente golpeó como un rayo en cielo sereno. Lucía, quien regresaba a Córdoba para rendir un parcial de Arquitectura. Viajaba como cualquier otro pasajero, con sus auriculares puestos, buscando quizás un momento de introspección antes de sus exámenes.

Beatriz y Néstor siendo entrevistados por LU12 AM680. (FOTO: JOSÉ SILVA/LA OPINIÓN AUSTRAL)

Según su propio relato, el colectivo no circulaba a velocidad excesiva; lo que sí recuerda es el brutal impacto con un camión, un suceso que la dejó en un estado de shock del que aún está saliendo. “Ella iba al lado de la ventana donde pasó el camión,” relató su padre en declaraciones este viernes al micrófono del móvil de exteriores de LU12 AM680.

Las lesiones de Lucía son graves, aunque afortunadamente, su vida ya no corre peligro. Padece múltiples laceraciones en la cara, contusiones y una profunda herida en el hombro. Sin embargo, la preocupación principal se centra en la quebradura de húmero, una fractura que requiere intervención quirúrgica, programada para el próximo miércoles. “Está bien,” afirmó Néstor, aguardando con ansias la llegada de una psicóloga que ayude a Lucía a procesar el trauma, ya que, como señaló su madre, “ella desde ayer no agarra el celular por todo esto”.

 

El periplo de Beatriz y Néstor desde el momento de enterarse del accidente hasta la confirmación del estado de su hija fue una verdadera odisea de angustia. La primera señal llegó a través de un mensaje de audio de Naomi, la hermana de Lucía, quien le alcanzó a decir a su padre que habían sufrido un accidente y que la estaban trasladando al hospital. Con esa información fragmentada, los padres se dirigieron a la ruta, solo para ser redirigidos al hospital por la policía. Lo que siguió fue una espera desgarradora. “Estábamos abajo con todos los padres esperando que nos informen sobre nuestras seres queridos,” recordó Néstor, describiendo la desesperación compartida entre las familias.

La incertidumbre inicial se sumó a la información contradictoria: “nos dijeron una cosa y terminamos con otra situación,” lamentó Beatriz en declaraciones a la Decana de la Patagonia aludiendo a la información inicial que minimizaba las lesiones de Lucía. “Uno ya imaginar el primer escenario ,” agregó Néstor, reflejando el miedo primario de cualquier padre.

Este incidente no solo afectó a la familia de Lucía. Néstor, quien trabaja en el ámbito militar, compartió el dolor con un compañero cuyo hijo, de apellido Flores, perdió la vida en el mismo siniestro. La tragedia resonó profundamente en el barrio, donde Lucía y su hermana Naomi conocían a varios de los jóvenes involucrados. “Para mi hija también fue un shock enterarse de todo esto,” expresó Beatriz, subrayando cómo el impacto de la tragedia se extiende más allá de las víctimas directas, afectando a toda una comunidad.

La víctima dijo que iba con los auriculares y, aparentemente, el colectivo no iba a alta velocidad.

En medio de la adversidad, la solidaridad se ha manifestado de manera contundente. Néstor expresó un profundo agradecimiento a sus compañeros de trabajo, a la policía y a los bomberos que, en su rol profesional y personal, brindaron un apoyo invaluable. “Se hicieron eco y me dieron una mano grandísima en estos momentos que yo la necesito,” destacó, reconociendo el respaldo que le permitió agilizar los trámites necesarios para la operación de Lucía.

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