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En una tarde de sábado que parecía tranquila, el equipo de bomberos de Puerto Deseado demostró una vez más por qué su labor es vital en una de las regiones más agrestes de la Patagonia. Dos turistas, varados en el barro de Cañadón Torcido, encontraron auxilio en medio de la desolación costera santacruceña.
El llamado de auxilio llegó como un eco en la inmensidad patagónica. A unos 39 kilómetros de la localidad portuaria en el norte de la provincia de Santa Cruz, en la zona conocida como Cañadón Torcido, dos viajeros vieron frustrada su travesía cuando su vehículo quedó atrapado en un terreno lodoso, una trampa común en los caminos secundarios de Santa Cruz después de las lluvias. La División Cuartel 22° de Bomberos de la Policía de Santa Cruz activó de inmediato el protocolo de rescate, solicitando apoyo a sus colegas del Cuartel 4° de , con base en Puerto Deseado.
De acuerdo a la información a la que tuvo acceso La Opinión Austral, a través de fuentes consultadas, se pudo saber que el operativo no fue sencillo. La zona, de acceso complicado y con suelos inestables, exigió pericia y equipamiento adecuado. Los bomberos utilizaron lingas –herramientas clave en este tipo de situaciones– para tirar del vehículo y liberarlo del barro que lo inmovilizaba. Tras una maniobra precisa, lograron colocar el rodado en terreno firme, evitando daños mayores y, lo más importante, sin que se registraran lesiones.
Este tipo de rescates no son infrecuentes en la provincia. Santa Cruz, con su vastedad y sus rutas solitarias, es un destino soñado para aventureros, pero también un lugar donde un error de cálculo puede dejar a cualquiera a merced de la naturaleza.
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