Carmen y Mauricio, madre e hijo, al frente de la conocida Rotisería JOB, ubicada sobre calle Raúl Alfonsín al 123, en la ciudad de Río Gallegos vivieron un episodio amargo este miércoles cuando fueron víctimas de la inseguridad.

Durante el habitual trajín del mediodía, un joven se acercó al local. No fue a comprar ni a pedir comida. Pidió trabajo. Carmen, conmovida por la situación y sin dudar un instante, hizo lo que tantas veces hizo en estos más de 23 años de actividad: buscó algo para convidarle, un gesto simple pero profundamente humano, en un contexto donde no sobran ni el trabajo ni la empatía. Pero mientras ella se daba vuelta para preparar ese bocado solidario, el joven aprovechó el descuido y le robó a Mauricio el teléfono celular, herramienta esencial para su tarea diaria.

This browser does not support the video element.

El hecho, que podría haber quedado como un dato más en la crónica policial, trascendió cuando la rotisería publicó un sentido mensaje en sus redes sociales. Sin estridencias, sin odio, sin reclamos judiciales, la familia decidió hablarle directamente al autor del robo. “Nos duele el alma”, escribieron. Y lejos de lanzar insultos o amenazas, apelaron a lo más íntimo del ser humano: su conciencia. “No juzgamos, entendemos que hay momentos difíciles. Solo apelamos a tu corazón”. Quienes conocen a Carmen y a su familia, no se sorprendieron por esa reacción.

La Rotisería JOB no es solo un comercio: es un punto de referencia en la capital de Santa Cruz,  especialmente para quienes valoran la atención cálida, la comida casera y la cercanía de los vínculos. En sus más de dos décadas de historia, jamás habían vivido una situación similar. Pero lo que los golpeó no fue solo el robo material —que, claro está, representa una pérdida económica y logística—, sino el modo en que se dio: en un momento de ayuda, de apertura, de generosidad. Mauricio, quien vio cómo su herramienta de trabajo desaparecía en segundos, también eligió la vía del entendimiento. El mensaje fue claro: “Te vamos a esperar con un abrazo. Y sí, también con algo para comer. Pero este… no es el camino”.

Leé más notas de La Opinión Austral

Ver comentarios