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Por Juan I. Martínez Dodda
Con números cada vez más ajustados (“más finitos”, dicen en el campo) hay que ir buscándole la vuelta para mantenerse a flote. Alimentación, cuidado de los campos y praderas, comercialización y, para los productores laneros, la esquila, son puntos claves a los que estar atentos para ver cómo mejorar.
Desde hace unos años se viene probando el uso de una caravana electrónica de identificación (típica en bovinos) para los ovinos. Con ella se pueden registrar datos para seguir la historia del animal, lo que redunda en la posibilidad de hacer un mejor manejo tanto del animal y la majada en general. Es una mirada del conjunto sin perder de vista las particularidades.
Entre otras cosas, esta especie de DNI identificatorio de cada animal ayuda a tomar decisiones en tiempo real, para conocer la condición corporal, peso u otros aspectos asociados al manejo de la alimentación, la sanidad, la reproducción o la esquila.
La velocidad de registro del peso de vellón y peso de los animales es tres veces más rápida y segura, respecto del registro tradicional con planillas. La identificación por radiofrecuencia es un sistema inalámbrico de dos componentes, etiqueta y lector. Las etiquetas son chips incrustados en caravanas que utilizan ondas de radio para comunicar su identidad u otra información a un lector cercano.
Nicolás Giovannini, especialista en mejoramiento genético animal del INTA Bariloche, donde se está utilizando este sistema, contó que “el lector tiene la capacidad de almacenar información vinculada al animal, por ejemplo, la condición corporal, el registro de un tratamiento sanitario, o alguna otra observación. Al mismo tiempo puede enviar por Bluetooth la lectura de la actividad a otro equipo como ser un indicador de pesaje, una computadora portátil o smartphone”.
Las tareas de esquila se realizan anualmente en septiembre, pero esta tecnología permite trabajar con eficiencia en los momentos importantes del ciclo productivo ovino, parición, señalada, destete, calendario sanitario, entre otros.
También conlleva beneficios para los trabajadores que realizan la esquila de forma manual la cual se puede hacer en menor tiempo de trabajo en manga y de manera más eficiente, con menor manipulación de animales lo cual promueve el bienestar animal, una mayor precisión de la información al evitarse gran cantidad de errores humanos involuntarios y la posibilidad de disponer de la información recolectada en tiempo real y tomar decisiones en el momento.
“Antes de contar con estos equipos había entre un 5-10 % de error humano involuntario, por ejemplo, en el cantado de caravanas, registros a mano, o errores de tipeo, algo que con esta tecnología el error se reduce a cero”, alentó Giovannini.
¿Cómo es el procedimiento?
Para registrar el peso de vellón y tomar la muestra de lana en animales que poseen la identificación por radiofrecuencia o RFID (en inglés Radio Frequency Identification) hay que seguir ciertos pasos. Al entrar a la playa de esquila, con un lector de caravanas electrónicas, se registra el RFID. Al mismo tiempo, el lector envía una señal por Bluetooth a una impresora portátil y se imprime al instante la tarjeta con el número de la caravana y un código de barras asociado al RFID, que queda en la zona del playero.
Al terminar la esquila del animal, el playero recoge el vellón junto con la tarjeta y los deposita en la balanza de vellones. Esta registra, con un lector, el código actual haciendo que quede asociado el peso de vellón a ese código único correspondiente a la caravana RFID.
De ahí vellón y tarjeta van a la mesa de desborde donde se despliega y se toma la muestra de unos 100 gramos de lana. Esta muestra se coloca en una bolsa plástica individual, junto a la tarjeta identificadora impresa, para enviar al laboratorio luego de la esquila. Finalmente, por medios informáticos, se une la información recolectada por el indicador de peso y la procesada por el laboratorio, y se completan los registros de lana del animal.
Por otra parte, al esquilar, también se registra el peso corporal deslanado y la condición corporal de cada animal. Para ello, se trabaja en la manga, con una jaula colocada sobre unas barras de pesaje conectadas al mismo indicador de peso que se utilizó en el pesaje de vellones. Así, con el lector de caravanas RFID se toma el peso del animal y esa información es enviada al instante al indicador de pesaje para su registro.
“Este indicador permite visualizar en tiempo real el promedio, máximos y mínimos del peso, u otra característica que se esté registrando. Además, se puede visualizar el peso, condición corporal, edad o ganancia de peso individual desde el último registro que se tenga del animal”, explicó Giovannini.
En cuanto al costo de esta tecnología, el investigador apuntó que son equipos e insumos que se consiguen con facilidad. Sus costos son variables, dependiendo su origen y características. “Como indicativo, un equipo inicial, compuesto de un bastón de lectura importado con excelentes prestaciones tiene un costo aproximado de USD 2.500 y el costo de cada caravana que utiliza el animal de por vida unos USD 2“, cerró Giovannini.
Estas caravanas electrónicas también se usan para investigación sobre la práctica conocida como “ahijador” que permite determinar la madre de cada cordero. Con antenas en las aguadas se registra qué oveja pasa junto a qué cordero y luego al procesar esos datos, se determina la relación de parentesco.
Es cierto que, podrá decirse -lógicamente- que, en algunos campos no hay internet, ni a veces electricidad. Pero la tecnología avanza buscando soluciones. Más temprano que tarde, uno puede subirse o quedarse abajo, pero la evolución llegará.
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