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“Fue una gran aventura”, definió la experiencia Marcos Luvini. Y no había palabras mejores para describir lo que realizaron junto a Fernando Ferrández. Ambos expedicionarios argentinos cumplieron una travesía uniendo a la localidad de El Chaltén con la chilena Puerto Edén, cruzando el Campo de Hielo Sur.
La realizaron durante 18 días alternando trekking, escalada, caminata sobre el hielo y hasta navegación por los fiordos chilenos con un bote inflable. La expedición comenzó en la localidad santacruceña, a la que dejaron para subir al campo de hielo mediante el paso Marconi.
El objetivo cumplido fue el pequeño pueblo pesquero de Chile, Puerto Edén, ubicado sobre el pacífico, sin acceso terrestre, tierra de kawésqar, pueblo originario nómada de la zona austral que se caracterizaba, entre otros puntos, por su desplazamiento en canoas.
El complejo recorrido, según indicaron al diario Infobae, fue mediante todos los terrenos que presenta esta parte de la Patagonia, incluso pasando por sectores de glaciares como el Pío XI, de 1265 metros cuadrados, el más grande Sudamérica.
Ya en Puerto Edén, los expedicionarios esperaron el ferry que los llevó hacia Caleta Tortel para luego volver hacia la zona de El Chaltén, ingresando por la senda de la zona del Lago del Desierto, otro de las vías que cruzan la cordillera.
La vuelta tampoco fue fácil. Fue en los días en los que la región sufrió fuertes vientos que llegó a la alerta roja. Marcos contó que la idea surgió de su compañero Fernando Ferrández, luego que este recorriera el Campo de Hielo Sur en temporadas que hizo en El Chaltén, tiempo en el que ascendió montañas sin ascensos previos y las descendió en snowboard.
La ventana climática llegó luego de una espera. “No había margen porque ahí hay que ir con clima perfecto. Si bien requirió un montón de paciencia, valió la pena porque tuvimos tres días soleados en un lugar en el que no hay ningún tipo de margen de error”.
“Nuestro objetivo era llegar remando”, contó Luvini. Para lograrlo volvieron a la regla que ya conocían: paciencia, clima estable, todo preparado para evitar un accidente en el agua. Con el cansancio acumulado, comían bien, esperaban la marea correcta y avanzaban de a poco por los fiordos, en botes inflables, rumbo a ese pueblo remoto.
En el trayecto acamparon frente al glaciar Pío XI —el más grande de Sudamérica— y luego cruzaron un estero poco explorado, varios días entre turba, selva y ríos. “Fue una gran aventura”, dijo. El campo de hielo sur, recordó, es la tercera mayor masa de hielo del planeta después de la Antártida y Groenlandia. Las imágenes de la travesía son una muestra la invalorable riqueza de la naturaleza de la Patagonia Austral.
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