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El mundo busca que todo se transforme o reutilice: plásticos, cartones, vidrios, aluminio, pilas y hasta el aceite de cocina. Es para amortiguar el impacto al planeta. En ese camino hacia una economía circular, también está el aprovechamiento al máximo de un producto. La lana es uno de ellos. Y a veces no se puede vender toda, sea por baja calidad o porque son partes que no son utilizadas por la industria.

Pensando en esas lanas de menor calidad y uso textil, una agrónoma uruguaya, Josefina García Pintos, encontró un uso alternativo (podría también ser complementario) al textil para la lana: un formato de pellets que sirven para mejorar el suelo y nutrir las plantas.

En 2019 se casó con un productor de vacas y ovejas, Francisco “Pancho” Itzaina y se fue a vivir al campo.

A fines de los años 80 su padre y sus dos hermanos varones (siete en total) comenzaron con la cabaña San Gerardo de ovejas de la raza Corriedale. “Desde que nací viví en el campo (N de la R: ubicado en Florida, en el centro-sur uruguayo), mis padres eran ganaderos ellos me enseñaron y cultivaron el gusto por el campo”, contó Josefina a SCP. Tiene dos hermanos que, igual que ella, son agrónomos y trabajan en distintas áreas de producción del campo familiar “con el foco puesto en el campo natural y la regeneración”.

Cuando terminó la secundaria se fue a Montevideo a estudiar ingeniería agronómica. Se recibió en 2015 y prontamente empezó a trabajar en un laboratorio de análisis para el campo. “Al poco tiempo me presenté a un llamado para trabajar como técnica de campo en el Secretariado Uruguayo de la Lana (SUL) y quedé (N de la R: Institución impulsada por productores ovejeros que trabaja y promueve el ovino en Uruguay)”, relató Josefina. Allí trabajó siete años, hasta 2023.

Josefina contó que rescató muchas cosas, la interacción con productores y gente de campo diferente, compañeros de trabajo y, sobre todo, gran cariño por la oveja, un animal versátil que requiere cuidados y atención”. Agregó: “También otras cosas no tan buenas como las problemáticas que vive el rubro ovino en un contexto mundial que por diferentes motivos ha ido en contra de esta producción”.

Los productos creados por la ingeniera agrónoma.

La idea de los pellets

En 2019 se casó con un productor de vacas y ovejas, Francisco “Pancho” Itzaina y se mudó al campo de su familia, en el Departamento de Durazno. “Estuve cerca de un año intentando hacer pellets, estudiando y adaptando las máquinas, recién en julio de 2024 logré hacer los primeros pellets de lana y en setiembre llegamos al mercado, primero, apuntamos a un nicho doméstico de huertas de autoconsumo y jardines en presentaciones de pequeño volumen y después iremos aumentando“, comparte García Pintos que desarrolla  el proyecto “Fertilana”, la empresa creada para comercializar los productos.

Los pellets de lana son un bioinsumo hecho 100% de lana, un producto orgánico, biodegradable y que no genera contaminación ni residuos, sin agregados de químicos. “Tienen muchos beneficios, entre ellos, la capacidad de retener agua (entre 2 y 3 veces su peso), además de los nutrientes que aportan, puesto que la fibra de lana está compuesta por carbono, nitrógeno y otros nutrientes, presentando relación baja de carbono/nitrógeno lo que le confiere capacidad de nutrir gradualmente con nitrógeno y otros nutrientes a la planta, liberando en la medida que se descomponen”, enumeró García Pintos.

Otro dato es que permite que las raíces se extiendan y crezcan más profundas y fuertes, reduciendo la necesidad de aditivos como la “perlita”.

Cambia el manejo del agua, ayuda a reducir la frecuencia de riego hasta en un 25%. Otra cosa: al retener agua, la dosifican pero también la absorben protegiendo a las plantas cuando hay excesos. En cuanto al aporte nutricional, el principal es nitrógeno, entre 9 y 11%; también contiene fósforo y potasio entre 0,5 y 1%. Además, aporta magnesio, manganeso, hierro, azufre y zinc, entre otros. Todos provenientes de la lana.

Además, por su olor y textura, funciona como repelente natural de los tan temidos caracoles y babosas para cualquier huertero.

Usos y el futuro

El proceso de pelletizado es mecánico, físico, que por compresión y calor hace que la lana quede en forma de pellets que volverá a la tierra.

Josefina contó que, en general, los pellets se utilizan buscando nutrir las plantas y mejorando las características del suelo como retención de humedad. “Para ello se recomienda su aplicación manual y luego incorporación al suelo (mezclado) para mejorar el contacto con el suelo”, explicó. Y agregó: “También se puede aplicar tipo mulch, por encima, si se pretende repeler moluscos, y se puede complementar al sustrato de crecimiento al inicio de plantación”.

Josefina junto a sus ovejas en su campo de Uruguay.

Actualmente se comercializa en paquetes de 500 gramos, 1 y 5 kilos, además de a granel por pedidos de mayor volumen. Un paquete de 500 gramos rinde para unas 25 plantas o 5 metros cuadrados de tierra. También se usa para impermeabilizar y absorber excesos de humedad en camas de pollos o pisos de caballerizas y cabañas. Consultada sobre el futuro, García Pintos contó que en paralelo a lo comercial está “haciendo investigación como el forestal, la horticultura y la agricultura” porque le gusta desarrollar el producto para diferentes usos, pero “lleva su tiempo obtener resultados sólidos”.

Finalmente, trabajan en otros productos de lana pero en otro formato como las mantas protectoras de vegetales contra heladas.

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