Si bien la deshidratación suele asociarse a las estaciones más calurosas del año, en invierno y especialmente durante el transcurso de una ola de frío polar, también hay que cuidarse de este padecimiento. Las bajas temperaturas y la falta de transpiración disminuyen el deseo de beber agua, y en combinación con los resfríos, la ropa abrigada y ambientes calefaccionados, el organismo puede verse afectado.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) se refiere a la deshidratación como la “alteración que sufren los seres humanos ante la ausencia de sales minerales y agua en el cuerpo”. Durante el invierno, el frío ralentiza la renovación celular y en consecuencia, disminuye la lubricación y nutrición de la piel. Sus consecuencias más frecuentes son: piel seca, labios paspados y orina oscura.

El agua ayuda a regular la temperatura corporal y eliminar toxinas. Cuando el cuerpo está deshidratado el organismo debe trabajar más para garantizar un correcto funcionamiento, lo que genera más cansancio.

Recomendaciones para mantenerse hidratados:

  • Beber 2 litros de agua diarios.
  • No esperar a tener sed.
  • Tomar una sopa antes de cada comida: limitando la sal agregada de los caldos, sopas y cremas ya que produce retención de líquidos.
  • Incrementar el consumo de frutas y verduras: son alimentos ricos en agua que fomentan la hidratación.
  • Moderar el consumo de café y té: las bebidas actúan como diurético y contribuyen a la deshidratación.
  • En caso de realizar actividad física es conveniente beber aún más líquido. Lo ideal es sumar medio litro de agua antes y después del ejercicio y beber cada 10 y 15 minutos durante el proceso.

Durante estos eventos climáticos también se recomienda mantener una alimentación saludable, se debe priorizar el consumo de alimentos frescos y mínimamente procesados; además de realizar cuatro comidas diarias, respetando el horario de cada una.

Con respecto al consumo de alcohol durante el frío extremo, cabe destacar que este produce una falsa sensación de calor debido a la dilatación de los vasos sanguíneos, lo que acelera la pérdida de calor en todo el cuerpo y se corre el riesgo de sufrir hipotermias.

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