Your browser doesn’t support HTML5 audio
En una jornada de profundo respeto y memoria, la comunidad de Río Gallegos se congregó en la plaza ARA General Belgrano donde se recordó a los 323 tripulantes fallecidos y contó con la destacada presencia del único sobreviviente del buque, el veterano Alfredo Carlos Tarcaya.
Este acto solemne, que se hizo este viernes al mediodía, en una ciudad que estaba ubicada a 667 kilómetros de nuestras islas, honró la memoria de quienes perdieron la vida en el trágico hundimiento del Crucero ARA General Belgrano a 43 años del hecho, resaltó la herida abierta que aún representa la Guerra de Malvinas para el sentir argentino.
Aquel ataque al Belgrano, considerado un “golpe bajo” por haberse producido fuera de la zona de exclusión y una clara violación a los tratados por parte de Inglaterra, marcó uno de los momentos más tristes del conflicto.
Si bien el acto fue sencillo, hubo tiempo para el abrazo de las autoridades y de los vecinos con Alfredo Carlos Tarcaya, único sobreviviente de aquel ataque que reside en Santa Cruz. El héroe estuvo conmovido siempre al lado de su esposa, Nora Castillo.
Desde el círculo íntimo de Tarcaya indicaron que: “nos gustaría hacer.mencion en este aniversario del hundimiento del Crucero ARA General Belgrano la creación de la fundación formada por vecinos del barrio 2 de Abril y veteranos. La fundación tendrá por objeto preservar la Memoria del Crucero ARA General Belgrano. Un pueblo sin memoria es un pueblo sin futuro y entendemos que nuestra historia merece ser recordada y honrada por sobre todas las cosas. No hay que olvidar que este buque insignia de la Armada Argentina se llevó consigo la mitad de las vidas que lucharon por esta Gran Nación.”
Para honrar esta jornada, LU12 AM680, se comunicó con Jorge Altieri, un ex soldado herido en combate en Monte Longdon, quien compartió su emocionante relato, que incluyó la increíble recuperación del casco que, asegura, le salvó la vida.
En Viernes Santo de 1982, la policía tocó su puerta de la casa de Altieri. La orden era clara: debía reincorporarse a su regimiento. Altieri, recién dado de baja del servicio militar, imaginó que lo enviarían a la Patagonia como reserva. Pero el destino lo llevó a las islas. El 15 de abril, pisó Malvinas.
El 11 de junio, durante un ataque inglés en Monte Longdon, Altieri se ofreció como voluntario para una misión. Una explosión cercana lo alcanzó de lleno: un sargento murió en el acto, su compañero Fernando Rito quedó con las piernas destrozadas, y a él “me agarró la cabeza”. Sangrando, fue cargado 5 kilómetros hasta Puerto Argentino y evacuado en el Hércules que salió de las islas dos días después.
En Comodoro, las neurocirugías y las vendas lo mantuvieron entre la vida y la muerte. Si la guerra lo dejó con secuelas físicas —parálisis en un lado del cuerpo—, la posguerra lo enfrentó al abandono. Vendió bolsas de residuos en las calles de Buenos Aires hasta que, gracias a un militar compasivo, logró un “acomodo” en una empresa.
En 2016, una llamada lo estremeció: “Tu casco está en remate en Inglaterra“. “Pensé que había quedado tirado en Malvinas” recordó. Tras un intento fallido de comprarlo y una subasta que elevó el precio a £10.500, el equipo de Infobae intervino y logró lo imposible: el casco regresó a Argentina.
El momento en que una mujer se lo entregó durante una entrevista lo quebró: “Lloré como nunca“, confesó. Su hijo, testigo de ese instante, aseguró que ni siquiera la muerte de seres queridos lo había visto derrumbarse así. Hoy, el casco —”que me salvó la vida”— lo acompaña a todos lados, incluso a Ushuaia. Su deseo es que, cuando él no esté, termine en un museo: “Para que cuente la historia”
Leé más notas de La Opinión Austral
Compartir esta noticia