El 11 de marzo de 1921, nació en la ciudad de Mar del Plata uno de los músicos más importantes de Argentina. Se trata de Astor Piazzolla, el versátil y mundialmente reconocido bandoneonista, director y compositor.

Con el propósito de honrar el legado musical de este artista, -quien fusionó el tango, el jazz y la música clásica contemporánea, influenciado por Bach, Béla Bartók e Igor Stravinsky- una destacada pianista patagónica revivió algunas de sus más grandes obras.

Daniela Salinas, oriunda de Río Gallegos, publicó en sus redes sociales dos videos para homenajear al compositor argentino. En su cuenta de Instagram, la concertista mostró un fragmento de “Verano Porteño” a 4 pianos en el marco del Echoes Festival junto a Lilia Salsano, Iván Rutkauskas y Marcelo Ayub. Acompañó el posteo con texto que reza “¡Happy birthday PIAZZOLLA!”

Además, compartió un video donde interpreta con maestría “Adiós Nonino”. Este tango fue un homenaje de Astor Piazzolla a su padre, Vicente Piazzolla.

La canción evocada por Daniela, conocida como “Tango Rhapsody“, corresponde a la versión grabada por el bandoneonista en 1969. La cadencia inicial fue creada originalmente por Piazzolla, mientras que el resto del tango es una transcripción de autor anónimo.

Inspirándose en esta pieza, la pianista que recorrió países de América y Europa con su música, realizó sus propios arreglos. Para ello, tomó como referencia las diversas versiones del compositor.

Con motivo del aniversario del natalicio del prestigioso artista, la santacruceña también difundió su singular homenaje a través de la plataforma YouTube. “Mi intención fue recrear la fuerza emotiva de esta música sosteniendo el ritmo del tango”, aseguró.

Astor Piazzola: un ícono de la música mundial

Un 11 de marzo de 1921 nacía en Mar del Plata, Astor Piazzolla. Su contacto con la música se inició en Nueva York, donde su familia vivió entre 1925 y 1936. A los ocho años, su padre le regaló su primer bandoneón, y comenzó a tomar clases con Andrés D´Aquila; realizó una grabación en acetato con tan solo diez años, sin fines comerciales.

En 1933, estudió música con el pianista húngaro Bela Wilda, quien lo introdujo en el universo sonoro de Bach. Al año siguiente, conoció a Carlos Gardel y, rápidamente, entabló una relación amistosa con él. Gardel lo oyó tocar y le ofreció participar y tocar varios temas en la película El día que me quieras; en la cual interpretó a un canillita. También fue invitado a la gira por América en la que Gardel perdió la vida junto a su equipo; pero, dada su corta edad, no viajó por no tener permiso.

En 1936, su familia volvió a Mar del Plata, y Astor participó en varios conjuntos y conoció la obra del sexteto de Elvino Vardaro, que lo influenció de forma definitiva. Decidido a explorar el tango, se mudó a Buenos Aires a los diecisiete años y, al poco tiempo, consiguió su objetivo: ingresar en la orquesta de Aníbal Troilo, primero como bandoneonista de fila y ocasional pianista y, luego, convertido en arreglador de la orquesta.

Continuó sus estudios de música académica con Alberto Ginastera y, de piano, con Raúl Spivak. Sus arreglos lo alejaron cada vez más del tango clásico. Hacia 1944, abandonó la Orquesta de Troilo para dirigir la orquesta que acompañó al cantante Francisco Fiorentino hasta 1946, cuando compuso El desbande, considerado por él mismo su primer tango con una estructura formal diferente. Formó su propia orquesta, que disolvió en 1949, y comenzó a escribir música para películas. Se apartó del bandoneón y se acercó al jazz: la búsqueda de un estilo diferente a todo lo llevó a profundizar sus estudios musicales.

Entre 1950 y 1954, compuso obras claramente distintas de la concepción del tango hasta ese momento (Para lucirse, Tanguango, Prepárense, Contrabajeando, Triunfal, Lo que vendrá), y comenzó a definir su estilo. También en esta época, escribió piezas de música culta, como Rapsodia porteña (1952) y Buenos Aires, tres movimientos sinfónicos (1953).

Por la última, ganó el Premio Fabien Sevitzky, y el Gobierno francés le otorgó una beca para estudiar en París con la famosa pedagoga musical Nadia Boulanger, quien lo convenció de que persistiera en el camino del tango: “Astor, sus obras eruditas están bien escritas, pero aquí está el verdadero Piazzolla, no lo abandone nunca”. La beca duró casi un año y, en ese tiempo, formó una orquesta de cuerdas junto a los músicos de la Ópera de París Martial Solal y Lalo Schifrin. Con Schirfrin, grabó Two Argentinians in Paris (1955).

A su regreso a la Argentina, convocó a músicos de primera línea y formó el Octeto Buenos Aires. Estaba integrado por Enrique Mario Francini y Hugo Baralis, en violines; Roberto Pansera, en bandoneón; José Bragato, en violonchelo; Aldo Nicolini, en bajo; Horacio Malvicino, en guitarra eléctrica, y Atilio Stampone, en piano. Varias versiones del Octeto influyeron de manera determinante en la futura evolución del tango, debido a sus novedades rítmicas y contrapuntísticas.

El compositor argentino, Astor Piazzolla

Cuando murió su padre, en 1959, compuso en su homenaje acaso su obra más bella: Adiós, Nonino. En 1960, después de una estadía en Estados Unidos, donde su estilo se presentó como jazz-tango, formó un quinteto por el que pasaron músicos como Elvio Bardaro, Dante Amicarelli, Antonio Agri, Horacio Malvicino, Oscar López Ruiz, Kicho Díaz, Osvaldo Manzi y Cacho Tirao.

En 1968, compuso, con el poeta Horacio Ferrer, la operita María de Buenos Aires, para once instrumentos, recitante y cantantes femenino y masculino. En 1969, comenzó a escribir, también junto a Ferrer, temas más sencillos para la voz de Amelita Baltar, su pareja por aquellos años. Compusieron Balada para un loco, que se convirtió en un gran éxito popular al que sucedieron otros.

En 1972, luego de un infarto, decidió instalarse durante cinco años en Italia. Formó el Conjunto Electrónico, grabó Libertango y experimentó su aproximación al jazz-rock. En 1974, grabó Summit junto al saxofonista Gerry Mulligan; y, un año después, tras la muerte de Aníbal Troilo, el disco Suite Troileana.

En 1976, se presentó en el teatro Gran Rex con su obra 500 Motivaciones; y, en 1977, con una serie de conciertos en el Olympia de París. En 1978, volvió con su Quinteto y consolidó su fama internacional con giras por Europa, Sudamérica, Estados Unidos y Japón. En 1983, en el Teatro Colón, ofreció una programación íntegramente compuesta por él.

En 1984, actuó con la cantante Milva y produjo el disco Live at the Bouffes du Nord; en Viena, grabó Live in Wien con el Quinteto. En 1985, fue nombrado Ciudadano Ilustre de Buenos Aires; y estrenó, en Bélgica, en el Quinto Festival Internacional de Guitarra, el Concierto para Bandoneón y Guitarra: Homenaje a Lieja, con la dirección de Leo Brouwer.

En 1986, recibió en París el Premio César por la banda sonora de la película El exilio de Gardel; y grabó en vivo, junto a Gary Burton, Suite for Vibraphone and New Tango Quintet, en el festival de jazz de Montreux (Suiza). En 1987, se presentó con un multitudinario recital en el Central Park (Nueva York). En 1988, grabó con el Quinteto La Camorra su último disco. En 1989, formó Sexteto Nuevo Tango, con el que actuó en el Teatro Ópera, realizó giras y se presentó como solista hasta su disolución a fines de ese año.

El 4 de agosto de 1990, en París, sufrió una trombosis cerebral que lo dejó postrado. Murió el 4 de julio de 1992, en Buenos Aires.

 

 

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