Unos 250 soldados del Ejército Argentino realizaron un simulacro de combate en los alrededor de Río Gallegos, Estancia Puesto Cerro Negro. Fueron 8 días de ejercicios bajo el sol y la lluvia en los que hubo largas caminatas, acampes bajo las estrellas y miles de disparos.
El 31 de mayo partieron del Regimiento de Río Gallegos a pie y en vehículos hasta Chimen Aike. El adiestramiento comenzó con la marcha de 44 kilómetros en 23 vehículos M113 desde un terreno frente a la Zona Franca hacia la zona de la Estancia Puesto Cerro Negro, camino a Punta Loyola.
Allí los soldados realizaron durante 5 días varios ejercicios de tiro de diferentes tipos de complejidad, haciendo hincapié en el nivel Sección y Compañía.
Luego comenzó un ejercicio de Regimiento, mucho más grande, que incluyó una marcha de regreso al Campo de Instrucción Militar “Teniente coronel Fernández Cutiellos”, conocido como Lote 113, a unos 16 kilómetros de Río Gallegos, y un ataque en donde se sumaron los aviones Pampa que recién llegaron a la 10° Bridada Aérea y Twin Otter.
El simulacro consistió en un ataque del regimiento de infantería apoyado por el fuego aéreo. De los aviones largaron cargas en paracaídas para abastecer a los soldados e hicieron un aterrizaje sobre la ruta para recuperar heridos y descargar municiones.
Si bien el plato fuerte había terminado, restaban otros otros 3 días de acción con el adiestramiento en disparos de ametralladoras y fusiles, que culminó el sábado con un tiro de combate en el que participaron 123 soldados en presencia de un equipo de La Opinión Austral y otro grupo de periodistas y reporteros gráficos de Santa Cruz.
“Se ejecutó tiro en diferentes niveles porque hay soldados con mayor experiencia y soldados del NIB (Núcleo de Instrucción Básico) y ésta es su primera salida al terreno, donde rindieron las condiciones básicas y sencillas que le permiten realizar guardias y cumplir las primeras misiones”, explicó a La Opinión Austral el Teniente Coronel, Federico Del Torchio.
Asalto de infantería
Los periodistas fueron recibidos por el Coronel Mayor Gustavo Sivori, jefe de la XI Brigada Mecanizada, en la mañana del sábado en la sede del Regimiento de Infantería Mecanizado 24 de Río Gallegos. La invitación fue realizada en atención al Día del Periodista, para mostrar a la ciudadanía el trabajo de las fuerzas armadas argentinas.
Al llegar al Lote 113, subieron todos a los vehículos M113, un transporte blindado para llevar alrededor de 7 u 8 soldados cómodos. Los M113 se desplazan con orugas, pesan más de 10 toneladas y llegan a andar a más de 60 kilómetros por hora. Tienen un arma principal que es la Ametralladora de 12,7 mm manejada por un soldado a bordo que va parado en el centro al que le sobresale la mitad del cuerpo.
Sergio Gómez, uno de los conductores motoristas, que llevó al grupo de prensa, enseñó a la locutora Nancy Páez a manejar el vehículo y ella misma condujo unos kilómetros sobre matas y coirones, mientras un alto mando le indicaba con las manos cuando acelerar y detenerse. “Fue una experiencia impresionante estar desde acá y ver al resto de los tanques como avanzaban a la par mío. Se me sale el corazón, no puedo dejar de pensar en los soldados de Malvinas”, dijo.
Cuando llegaron al lugar donde sería el simulacro del asalto de infantería había dos compañías listas: a la izquierda un grupo en posición de cuerpo tierra apostados sobre el barro con ametralladoras MAG y a la derecha otro grupo de asalto con fusiles FAL. Más de 100 hombres armados para avanzar ante un enemigo.
“El calculo que uno hace en un ataque es una proporción de 3 a 1, porque quien defiende tiene la ventaja de la preparación del terreno, estar a cubierto y es distinto al hombre que asalta, que tiene que avanzar y exponerse”, explicó Del Torchio.
Sonó un silbato y el ruido de las ametralladoras fue estremecedor. Una segunda orden habilitó a los soldados de asalto a disparar y avanzar. A unos 100 metros del blanco, disparaban, avanzaban, se agachaban para apuntar mejor, gatillaban y volvían a avanzar hacia el enemigo. En un momento se detuvieron y fue el turno otra vez de las ametralladoras que parecieron descargaron ráfagas todavía más largas que en el primer ataque. Los de asalto volvieron a avanzar sobre el blanco hasta vaciar el cargador. Todo se resolvió en 2 minutos y 10 segundos. La posición enemiga había sido tomada.
“Ahora veamos los blancos, ahí está la verdad”, dijo el Coronel Mayor Gustavo Sivori y luego de unos minutos los periodistas se acercaron a los objetivos. No cabía dudas que con un ataque así la victoria estaba asegurada.
“Priorizamos mucho la seguridad. En una situación real las distancias son mayores y el fuego es mucho mayor pero acá ustedes pueden tener una idea del poder de fuego de una compañía de infantería mecanizada y como es el procedimiento“, expresó el Teniente Coronel, Del Torchio. Para considerar que se cumplieron las metas de adiestramiento en una años la Brigada debe cumplir entre 30 y 35 días en el terreno.
Dos porciones de arroz con pollo
Mientras los militares guardaban las armas los periodistas regresaron a los M113 y se dirigieron al fondo de una cantera donde habían levantado una carpa a resguardo. Adentro las mesas estaban ordenadas en U y ya listas para el almuerzo. El guiso de arroz con pollo humeaba de la olla gigante mientras el Oficial Principal cocinero Freites metía el cucharon para servir en los platos de lata. Normalmente los soldados comen esos guisos bien jugosos en unos recipientes con forma de maní que guardan en la parte posterior de la cadera.
Con los periodistas en la carpa se rompió el protocolo. Nadie se lleva una cuchara a la boca hasta que no empieza el oficial de mayor jerarquía y todos deben tragar el último bocado cuando el deja de comer. Sívori había ordenado que le sirvan primero a los invitados, que no pudieron resistirse al aroma a comida, de esos que inundan las casas de las abuelas. La mayoría repitió antes del regreso.
Un viaje en helicóptero
Para la vuelta a la ciudad el jefe de la XI Brigada Mecanizada tenía una sorpresa más. Ocho de los invitados que salieron sorteados regresaron en helicóptero mientras que el resto lo hizo en los M113 y luego en camionetas.
El piloto del helicóptero, Teniente Primero Alejandro Figueroa, tiene 6 años de experiencia en el aire. Cuando lo destinaron de Buenos Aires a Río Gallegos, en 2021, debió adaptarse a las condiciones climáticas. “Uno llega acá, se entrena y ya es el pan de cada día: me ha agarrado niebla pero lo que más molesta es el viento, pero siempre se resuelve”.
Por fortuna la tarde de otoño en Río Gallegos era despejada y sin viento. Tanto así, que los periodistas insistieron a los tres soldados de la tripulación viajar con las puertas abiertas para tomar mejores imágenes. El vértigo y la adrenalina fue total y era imposible no que no suene en la cabeza, mientras se escuchaba el giro de las aspas, “The Ride of the Valkyries” y “Paint it black” que musicalizaron Apocalipsis Now. Pero hacia abajo la vista era una bandada numerosa de gaviotas sobrevolando la Reserva Urbana y el estuario de Río Gallegos.
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