El riogalleguense Jorge Ignacio García Cuerva asumió este sábado como nuevo Arzobispo de Buenos Aires en una ceremonia en la Catedral porteña, frente a Plaza de Mayo, que contó con la presencia del presidente de la Nación, Alberto Fernández; de la gobernadora de Santa Cruz, Alicia Kirchner y parte del Gabinete del Gobierno Nacional, así como funcionarios del gobierno de la ciudad y personalidades destacadas de la política, la Iglesia y las organizaciones sociales.

Además, tal como había adelantado el ex obispo de Río Gallegos, una importante delegación santacruceña estuvo presente en la Plaza de Mayo para acompañar la ceremonia que se realizó en la Catedral porteña. Entre los asistentes santacruceños, estuvo incluida la gobernadora Alicia Kirchner; el director de Cáritas Río Gallegos, Juan Obando; referentes diocesanos de Cáritas y Catequesis; los padres Daniel Ferrari, Daniel Ledesma y Fabián Gili; y feligreses de Río Gallegos y Río Grande. “Gracias a todos por estar presentes”, sostuvo.

El padre Daniel Ferrari, quién trabajó junto a García Cuerva como vicario episcopal para la administración de la Diócesis, habló con La Opinión Austral y destacó la posibilidad de estar acompañando al nuevo Arzobispo en el inicio de este nuevo desafío.

Fue una ceremonia hermosa. Estamos felices por haber acompañado a Jorge en un día tan especial para él, su familia y la iglesia“, destacó Ferrari.

Durante la ceremonia donde García Cuerva asumió como Arzobispo, el monseñor dedicó un pasaje especial de su sermón a Río Gallegos, lugar donde nació y logró hacerse de grandes afectos durante su tarea como obispo diocesano.

“Allí nací, me bautizaron y aprendí a caminar. Luego viajé con mi familia a Buenos Aires, pero las sorpresas de Dios me llevaron nuevamente a aquella ciudad del sur para que 50 años después diera los primeros pasos como obispo diocesano”, manifestó.

En ese sentido, destacó que en la Patagonia austral “muchas veces las paredes de las capillas son de viento, el piso es la escarcha y el cielo infinito es el techo. No dejamos que el frío y el viento nos apague la pasión, el entusiasmo, las ganas de anunciar a Jesús y de celebrar la fe y al vida”.

García Cuerva tomó posesión de la cátedra, la sede fija del obispo en el asiento madre de la diócesis. Foto: Eliana Obregón/Télam

Expresó su gratitud hacia la diócesis de la capital santacruceña porque “soñamos juntos ser una iglesia hospital de campaña que recibe a todos, especialmente a los heridos de la vida”, y porque “en tiempos de pandemia, mas allá de las restricciones, fuimos una iglesia viva en la caridad y en el compromiso”.

Su identificación como un hombre sureño no paso desapercibida en la importante ceremonia de este sábado. No solo hizo hincapié en la labor que desarrolló con dedicación en su ciudad natal, sino que también se refirió a su característico clima gélido: “Seguro tienen frío, pero imagínense si esta misa fuera en Río Gallegos, dijo, al tiempo que bromeó con la temperatura de Buenos Aires: “Para nosotros esto es un verano”.

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