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El equipo diocesano de Pastoral Migratoria inició este domingo las actividades por el Mes del Migrante. El equipo cumple 24 años de actividad y en este sentido, Rosita Díaz, referente, destacó a La Opinión Austral el rol de “los hermanos scalabrinianos, quienes nos formaron, acompañaron nuestros primeros pasos, nos animaron a conformar equipo y a acompañar los diversos rostros de las migraciones“.
“Las migraciones se van reconfigurando de acuerdo a múltiples factores. Comenzamos acompañando cuando estaba vigente la ley Videla, que era restrictiva, excluyente, discriminatoria, persecutoria. En 2004 se sancionó la ley vigente de migraciones, mediante la cual Argentina adhirió a todos los tratados internacionales”, repasó.
La primera comunidad con la que trabajaron en el 2000 fue la chilena, que ya se encontraba integrada, pero no había podido regularizar su situación migratoria. Luego “comenzamos a acompañar a los primeros bolivianos que llegaban, porque en un principio nosotros como sociedad tuvimos cierta resistencia a lo desconocido. Los hermanos bolivianos tienen otra fisonomía y, en general, en su seno familiar y en sus relaciones suelen hablar otro idioma, el quechua, el aimara y también el guaraní que compartimos con el Chaco paraguayo, el Chaco argentino, el Chaco boliviano”.
“Empezamos a acompañar esos procesos de integración que fueron un poco complejos“, marcó.
La pastoral también ha acompañado a la comunidad paraguaya y a la peruana. “La más reciente es la de los hermanos venezolanos, es una migración forzada por toda la situación social, política y económica y la violencia que muchos de ellos han vivido”, señaló.
En este sentido, Díaz recordó que “el que migra viene con esta mochila cargada de sueños, de nuevas esperanzas, de encontrar aquí un futuro digno donde pueda tener un horizonte de vida. También trae todos sus duelos, su frustración por no poder quedarse en su lugar de origen, porque en general son todos migrantes económicos y si en sus lugares de origen tuvieran la cuestión económica resuelta, las posibilidades de acceder a un buen trabajo y a tener una vida digna, pocos serían los que emigrarían”.
En este sentido, mencionó que “el papa Francisco se refiere al derecho a migrar, pero también el derecho a no migrar, todos los países tienen que poder garantizar que sus ciudadanos no tengan que emigrar para buscar horizontes de vida digna”.
Cerrando, sostuvo que “para nosotros el que llega no es un migrante, sino una persona con su propia historia. Somos una pastoral que pertenece a la Iglesia Católica, pero no es una condición que sea católico para poder recibirlo, recibimos a todos, no excluimos a nadie, es una persona que está frente a nosotros y tratamos de reconocer en ella a Jesús que nos trae un mensaje de esperanza”.
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