Una anécdota que pasará de padre a hijo seguramente. Su nombre, Alejandro Chinchilla, árbitro de judo que se desempeña en el Consejo Provincial de Educación y se había capacitado para cumplir con la tarea de censar.

Ese día estaba preparado para cumplir con la misión de cientos de argentinos.

“Esa mañana me fui a censar en bici, me acuerdo que estaba entrando a la tercera casa y cuando entré la señora me atiende con lágrimas en los ojos y me dice ‘pasá’ y se va, me deja solo, entro y el marido estaba tomando mate llorando mirando la tele…, Y me dice ‘se murió el Lupo’ y me dió un mate“, recuerda.

 

“Ahí me enteré que Néstor había fallecido. Me dejó perplejo no sabía qué hacer, me olvidé todo lo que me habían enseñado para censar. Pero él decía “primero terminemos el trabajo y después lloramos todos“. Terminé de censar como a las 17. Me fui a casa y ahí me puse a llorar en silencio. Hasta siempre Lupo!”.

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