Su perra Milka, una guitarra y provisiones indispensables son las compañeras de Ignacio Gasparetti -mejor conocido como Nacho– en un viaje que emprendió en bicicleta hace casi cuatro meses y que aún mantiene con fervor. Este nómada de 29 años, quien vivió en Río Gallegos hasta 2022, cuando se mudó a El Calafate, tomó la firme decisión de desprenderse de muchas de sus pertenencias y de su trabajo en una empresa de alquiler de autos para embarcarse, junto a su leal mascota, en esta experiencia.

“Mi proyecto es llegar a Cartagena. En un principio, iba a ir por el lado de la cordillera y después fue cambiando. Por el momento, va a ser por el lado de Brasil, Guyana, Venezuela y Colombia“, comentó Nacho, quien ya recorrió diversas localidades de Chile y la Patagonia argentina en compañía de su perra, de tamaño mediano y pelaje negro y café, a la cual lleva sentada en un canasto encima de la bicicleta.

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Por el momento, además de Santa Cruz, Nacho recorrió junto a Milka algunos lugares de Chile y de las provincias de Chubut, Neuquén, Río Negro y La Pampa.

En una entrevista con La Opinión Austral, compartió que adoptó a Milka en plena pandemia, el 20 de abril de 2020. Desde ese momento, se empeñó en fortalecer su contacto con la naturaleza y otros animales: “Fue un poco prepararla para la montaña, para caminar”. A su vez, remarcó que siempre apunta a garantizar la comodidad de su mascota en la travesía que realiza: “Ella se la re contra banca, no tiene drama con nada”.

Esta aventura comenzó el 26 de enero, cuando partieron desde El Calafate hacia la Ruta 40. Debido al viento en contra, evitaron El Chaltén y se dirigieron a Tres Lagos y Gobernador Gregores. Después se desplazaron a Lago Posadas, donde se reunieron con el papá de Ignacio y viajaron en auto hasta Los Antiguos. Desde allí, entraron a Chile en bicicleta, recorriendo la Carretera Austral hasta Villa O’Higgins y Futaleufú.

Regresaron a Argentina por Trevelin y continuaron hacia Esquel. A partir de ese punto, atravesaron Epuyén, Lago Puelo, El Bolsón, Bariloche y Villa Llanquín. “Hicieron dedo” hasta Centenario, para luego visitar la ciudad de Neuquén y adentrarse en La Pampa, pasando por Santa Isabel y el centro de la provincia.

Nacho detalló que partirá con Milka a Villa Mercedes y posteriormente a San Luis y Córdoba, con el fin de buscar el calor del norte. Quiere llegar a Jujuy en invierno y en primavera bajar a Córdoba para reencontrarse con su papá. “Desde ahí, vamos ir al litoral, Entre Ríos, y luego entrar a Uruguay, y finalmente a Brasil”, dijo. Aclaró que, si bien estos planes pueden cambiar fácilmente, Cartagena, Colombia, “es un punto de reflexión donde puedo decidir si seguir hacia Centroamérica, cruzar a Panamá, o bajar a Ecuador, Perú y Bolivia”.

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Milka tiene cuatro años y desde pequeña fue educada para estar en contacto con la naturaleza y otros animales.

“Milka ahora la está flasheando porque está conociendo caballos y vacas de cerca acá en La Pampa. Todo el tiempo está con nuevos estímulos, olfateando plantas nuevas, escuchando pájaros diferentes, ya se metió en un montón de lagos. Es una perra súper feliz”, destacó.

El viajero aseguró que desde que estaba en la Escuela Secundaria tenía intención de “salir y recorrer” Argentina y otros países. “Primero parecía que necesitaba que tener un montón de plata para hacerlo y no, después empecé a ir escuchando a otras personas y a ver que era algo posible”, afirmó.

“Lo primero que vi fue como el pseudo intercambio que hacen algunos, te vas a Francia a trabajar de niñero por ejemplo y a aprender el idioma. Después me quería ir de mochilero, pero se fueron postergando las cosas por A o por B. En un momento, me puse en pareja y tuvimos el objetivo de salir en combi, aunque nos agarró la pandemia y ahí lo pinchó”, rememoró.

Un acontecimiento que resultó determinante en la convicción de emprender este viaje fue el fallecimiento de su madre en agosto de 2022. “Cuando te pasan esas cosas es como un cheque en blanco donde decís: puedo disparar para cualquier lado. Y en enero de 2023 empecé a planificarlo”, relató. La elección de que sea en bicicleta, según contó a LOA, estuvo inspirada por la hazaña que realizó Álvaro Neil, el “Biciclown” que viajó durante 13 años por 117 países.

No obstante, Ignacio hizo hincapié en que tomó todas las precauciones necesarias para garantizar su bienestar y, principalmente, el de su compañera de cuatro patas: “No me mando a cualquier lugar a lo loco, siempre cuidándola a ella y a mí. Sé cuándo tiene frío o está incómoda”. En ese sentido, mencionó que su perra tiene cierto temor a las luces y sombras de noche, por lo que mandó a hacer una cucha especial -enrollable- para que pueda cubrirse la cabeza.

En cuanto a la alimentación, Milka consume dos kilos de comida por semana, cantidad que aumenta cuando están en movimiento. “Calculo y compro en los pueblos. No puedo andar muy cargado. Cuando arrancamos, llevábamos seis kilos de comida para ella y era una barbaridad”, dijo y agregó: “Por ahí en las carnicerías paramos y les pregunto si tienen carne o algún hueso. Algunos se copan y eso se lo come ella”.

Para buscar lugares donde parar y descansar, usa la aplicación iOverlander, popular entre viajeros y campistas. “Ahí veo con antelación dónde vamos a dormir”, señaló, al tiempo que añadió que también recurre a grupos de Facebook donde “muchos me han escrito diciéndome ‘si venís a tal lado avísame y tenés donde parar’. Eso te lleva a conocer gente y muchos se sorprenden cuando me ven con mi perra”.

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Nacho y Milka suelen aventurarse en la ruta por la mañana o al mediodía.

Con respecto a sus recursos económicos, se apoya en sus ahorros y un “cafecito” (https://cafecito.app/calafatecartagena) en el que la gente puede colaborar. “Me sorprendió que personas conocidas de lejos, y gente que no me conocía, nos ayudaron”, enfatizó. Asimismo, comentó que planea tocar la guitarra en la calle, más precisamente antes de septiembre, y vender stickers o alfajores para reunir más dinero. “La gente busca una forma de colaborar. Muchos me dicen que es el sueño que tienen y, por diferentes motivos, no lo hacen”, manifestó.

Explicó, sobre ese aspecto, que sus únicos gastos son “mi comida, la de Milka y el combustible con el que me cocino, que ahora viene siendo alcohol porque se me rompió mi cocina de nafta. Son costos muy pequeños en comparación con lo que eran viviendo en El Calafate. No gasto en alojamiento, ni en comida preparada y tampoco salgo a tomarme una birra”.

Algo no menor es que siempre contó con el respaldo y la motivación de sus seres queridos. “No tuve ni una sola persona que me haya tirado mala onda. Al principio creo que no me tomaron mucho en serio, pero después empezaron a ver que estaba bastante convencido y que todas mis decisiones estaban yendo hacia eso”, remarcó a este medio.

Entre las anécdotas que recopiló de su travesía hasta el momento, recordó un encuentro con guanacos: “Se asustaron al verme, la cría no pudo cruzar como la mamá. La mamá corrió y le marcó el lugar donde podía pasar. Eso lo ves en bici, no en un auto a 110 km/h. La bici no tiene barreras, la gente te habla y te abre mucho a ellos”.

Además de recalcar que no cambiaría la decisión que tomó, valoró la especial conexión que se establece entre las personas que viven de manera nómada: “Tenía muy pocas cosas para perder y mucho para ganar. No me arrepiento, ni en el día más difícil. Conocí más gente en estos cuatro meses que en toda mi vida. El vínculo entre los que están viajando o en la ruta se forma muy rápido”.

Ignacio, que aspira a aprender portugués y vivir un tiempo en Brasil, precisó que dentro de cuatro años más, cuando Milka tenga 8, le gustaría tener otro vehículo para que su perra esté más cómoda. “No hay chance de hacer el viaje sin ella. Es mi compañía, a veces estamos en un río, acampando nosotros dos nomás. Ella no es una humana, no le hablo como si fuese una, pero nos entendemos a nuestra forma, ya sabemos cuándo vamos a ir a dormir, cuándo vamos a ir a caminar o cuándo tiene que comer”, destacó.

El riogalleguense, que suele difundir postales de esta aventura en sus redes sociales, aprovechó igualmente para ofrecer algunas recomendaciones a aquellos que deseen iniciar un viaje similar: “Tienen que hacerlo. No conozco a nadie que se arrepienta. Y aunque te arrepientas, no pasa nada. Yo tengo 29 años, uno piensa ‘soy joven, tengo un montón de vida por delante’, pero me puede pasar cualquier cosa en cualquier momento y siento que, de ser así, sería de todas formas feliz porque estoy haciendo lo que tanto quería”, concluyó.

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