Era el año 1966 y el hombre que estaba a cargo de la distribución del diario La Opinión Austral le dijo que “las nenas no pueden vender el diario, vos tenés que estar en tu casa, no podés estar en la calle con tantos chicos”.

Si Juana no habría insistido, esta historia no existiría.

A 64 años de la primera edición del diario La Opinión Austral de la provincia de Santa Cruz, te regalamos esta historia increíble, que habla de una época y pinta una ciudad tal cual era.

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Así gritaba “Juanito” mientras caminaba por la calle del centro hacia el hospital de Río Gallegos. A pesar de ser verano, las mañanas eran frías, y ella usaba un gorro que le tapaba casi toda la cabeza. Se había atado el el pelo y lo escondía para que nadie se enterara que en realidad era Juanita.

Su hermano había empezado a vender el diario hacía unas temporadas atrás y ella quiso colaborar también ayudando a su mamá. “Yo vine como una nena y me dijeron a vos no te podemos vender porque sos nena. Vine al otro día y otra vez: “Las nenas no pueden vender el diario, eso me decía el señor. Vos tenés que estar en tu casa, no podés estar en la calle con tantos chicos”.

Pero Juanita no se quedó conforme. “Un día le dije a mi mamá, ‘mami, me voy a disfrazar de varón para vender el diario’. ‘Ay no mi hijita pero te van a descubrir'”, recuerda ahora, en 2023, Juana al aire de Radio LU12 AM680, sobre el único reparo que le puso su madre.

Para el 64 aniversario de La Opinión Austral, Juana Costa recuerda al aire de LU12 AM680 cuando repartió el diario vestida como nene hace 57 años atrás. FOTO: LEANDRO FRANCO / LA OPINIÓN AUSTRAL.

“No, no me van a descubrir porque me ato el pelo, me pongo el gorro y no me lo saco y disimulo bien la voz y listo”, le dijo resuelta.

“Yo era muy feliz vendiendo el diario. Me gustaba eso de que la gente me lo compraba,. Leía los titulare y decía “hoy el titular dice…”. Cuando mi hermana salió princesa en un baile del empleado público, ese día salió una foto de ella y yo le decía a la gente, compremé compremé porque mi hermana salió princesa, le faltó un poquito para ser reina. Ese día vendí muchísimo”, contó.

La gente del hospital, donde vendía ella, nunca se enteró que era mujer. “Me decían que me saque el gorrito y yo les decía que no me lo sacaba porque tenía frío en la cabeza y me iba”, cuenta con gracia y recuerda a algunos de los chicos que vendían con ella. “Había uno que le decíamos “Velas largas” porque tenía muchos mocos y se los comía, estaba Juanca y Abelardo. Ellos sabían que yo era Juanita y no era Juanito, había complicidad y mucho respeto”.

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