Por Juan Martínez Dodda

Los nutricionistas dicen (y los cocineros se lucen con ello) que la variedad de colores en un plato, además de algo estético y creativo, siempre es garantía de riqueza nutricional.

Algo parecido sucede con lo que comen los animales, en este caso las ovejas, que si tienen un “menú biodiverso” pues podrán producir más carne y más lana.

Y aunque esta idea no es nueva, fue sólo gracias al trabajo de un equipo de especialistas argentinos y peruanos, que se comprobó qué sucede en la Patagonia Argentina, específicamente en la provincia de Santa Cruz, cuando las ovejas pueden acceder a un menú variado para su alimentación.

Para entender de qué se habla, empecemos con el dato final: la conclusión. De acuerdo a los cálculos de la investigación, basados en la utilización de precios de commodities, listados por el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria en el mes de febrero de 2020 (que fijó 7,63 dólares por kilo de lana y 185 dólares por kilo de carne en ovejas adultas), el equipo de investigación pudo establecer, en su estudio, que una reducción de la diversidad de 50 por ciento (es decir, de 30 a 15 especies por km2) daría como resultado una pérdida neta de ingresos equivalente al 14% o sea 86 dólares estadounidenses por hectárea al año.

Lo dicho, las ideas de que una mayor biodiversidad debería aumentar la productividad de los ecosistemas, y la resistencia de los ecosistemas a las perturbaciones, tienen una larga historia venerable en la literatura ecológica. De hecho, Charles Darwin, por ejemplo, afirmó que: “Si una parcela de terreno se siembra con una especie de pasto y una parcela similar se siembra con varios géneros distintos de pastos, en este último se puede producir un mayor número de plantas y un mayor peso de forraje seco”.

La investigación realizada y que fue publicada recientemente en la revista científica Rangeland Ecology & Management de la Editorial Elsevier, determinó una correlación entre la diversidad de plantas y el suministro de servicios ecosistémicos estimados a través del potencial para producir carne y lana. Además, también demostraron que niveles más altos de diversidad vegetal confieren niveles más altos de resistencia de los ecosistemas a los impulsores del cambio climático global, medida como la capacidad de mantener la productividad a lo largo del tiempo.

La diversidad de plantas tiene un valor instrumental y monetario. Pablo Peri, responsable del grupo Forestal, Agrícola y Manejo del Agua (FAMA) del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria de Santa Cruz (uno de los investigadores que participó del estudio), resaltó la importancia de contar con esos datos. Marcó que el valor de que los productores sepan que sostener la diversidad es sostener la producción.

Mantener la biodiversidad nos da más dinero y, gracias a este estudio, sabemos cuánto más o qué porcentaje de los ingresos de los campos se perderían si no se cuida la biodiversidad, esto, claro, además de la mayor resistencia que ofrecen ante al cambio climático”, expresó.

Pablo Peri, investigador del Instituto Nacional de Tecnología Agropuecuaria.

Los ojos del mundo

El trabajo investigativo, responde a la necesidad de demostrar los vínculos entre la función de los ecosistemas, su resistencia y la diversidad de plantas a escala productiva. “En el mundo se empieza a evaluar la biodiversidad de los ecosistemas ligados a sistemas productivos. Por eso, buscamos correlacionar la biodiversidad de plantas con un valor económico a través de la producción de lana y de corderos de la provincia de Santa Cruz”.

A través de la investigación, se demuestra que existen fuertes vínculos entre la función de los ecosistemas, su resistencia y diversidad de plantas con la productividad de los (agro)ecosistemas, que además son representativos de una escala en la que se toman decisiones de gestión.

Quienes hicieron el estudio consideran que vincular la biodiversidad con la función y resistencia de los ecosistemas a escalas temporales y espaciales, así como en unidades económicas relevantes para los productores, puede abrir líneas de comunicación entre administradores de tierras y ecologistas. Este aspecto presentado en la publicación, junto a capacidad de carbono posicionarán, en los mercados, la producción de cordero y lana de la Patagonia.

Detalles de la metodología

Lo primero que hay que decir es que los resultados obtenidos son sólidos y se basan en datos obtenidos a lo largo de 15 años. La estimación del valor en dólares de la diversidad de plantas para el servicio de aprovisionamiento de estos ecosistemas de pastizales se basó en mediciones a campo.

La suposición principal fue una eficiencia de conversión media de 42 gramos de forraje para obtener 1 gramo de producción de carne y de 140 gramos de forrajes para producir 1 gramo de lana. Esta eficiencia de conversión se basa en el requerimiento animal, determinado también por la cantidad de forraje (PPNA) y la calidad media del forraje medida en las mismas parcelas (proteína cruda, digestibilidad de la materia seca, energía metabolizable y fibra detergente neutra).

La biodiversidad en las pasturas producen mejores animales en peso y lana.

Las necesidades de las ovejas y, por tanto, la producción, estimadas a partir de la producción de forraje y las características de calidad del pastizal, representan un consumo animal medio de 2 a 3% de su peso vivo en materia seca vegetal por día.

Se llegó a estos resultados después de analizar los efectos interactivos de diversas variables ambientales sobre la producción primaria neta anual (PPNA) en una red de parcelas de biodiversidad de largo plazo en la Patagonia Austral.

Para ello se usaron los monitores de la Red PEBANPA que brindan datos sobre suelos, biodiversidad (especies de plantas), estructura y función de las comunidades vegetales, uso productivo de la tierra, geología, topografía y clima a nivel de sitio.

Esta información se obtuvo a través del trabajo de campo realizado en los veranos de 2003/2004 y 2018/2019 (15 años después del establecimiento de las parcelas) a partir de conjuntos de datos geográficos existentes.

Dicho esto, Pablo Peri concluyó que “el trabajo es relevante porque une la visión de agrónomos y veterinarios, ecólogos con los productores”.

“Todos sabemos que tenemos que propender a sistemas productivos sustentables, pero si podemos convertir un aspecto de la sustentabilidad, que es mantener la biodiversidad, en algo que tenga su contrapartida en los ingresos económicos de los productores, habrá un cambio en la toma de decisiones y estaremos más cercanos en la discusión”, concluyó.

Leé más notas de Juan I. Martínez Dodda