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Quienes recorren la Patagonia saben que los kilómetros que separan una localidad de otra a veces se vuelven imposibles, y es necesario parar a descansar. Encontrar un hotel en medio de la inmensidad no es tarea sencilla y algunos aprovechan la situación para estafar a turistas desprevenidos. Ese es el caso del “Hotel Fantasma” en el Parque Nacional Monte León que se publicitaba en Booking y con el que engañaron a decenas de turistas.

El Hotel estaba publicado en la página de reserva de hoteles y alojamientos con un precio de 31.000 pesos la noche. Además, la publicación está acompañada de fotos del lugar por fuera.

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Sin embargo, todo era una estafa. Cuando los turistas que habían pagado por la estadía llegaban al lugar se daban cuenta de que la casa estaba completamente abandonada.

La antigua casa perteneció a la familia Braun y, en efecto, allí funcionó una hostería hasta que los operadores decidieron concluir el negocio hace varios años atrás.

Las autoridades del Parque Nacional Monte León intentaron dar de baja la publicación por meses pero esto solo fue efectivo hasta hace unos días atrás cuando la historia cobró notoriedad y finalmente desapareció de esa web. Sin embargo, nadie sabe quién está detrás de la estafa.

La historia detrás del “Hotel Fantasma”

La estancia Monte León perteneció a la firma The Southern Patagonia Sheep Farming Company Limited, una gran explotación ovina que en 1920 se vendió a la familia Braun, una de “las dueñas de la Patagonia” y que explotó la estancia con extracción de guano y cría ovina durante casi 100 años.

En 1996, la legislatura de la provincia de Santa Cruz sancionó una ordenanza creando la zona como área protegida y en el 2001, los conservacionistas estadounidenses Douglas y Kristine Tompkins, a quienes se les deben muchas áreas protegidas en el país, compran la estancia de 270 hectáreas y la donan a la Fundación de Vida Silvestre Argentina.

Pusieron como condición quedarse con la gestión de la casa principal como una hostería. Sin embargo, años más tarde, Silvia Braun y su marido fallecieron y la casa principal quedó definitivamente en manos de la ONG. Desde entonces se buscan inversores que quieren hacerse cargo de resurgir el negocio.

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