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Marcelo Casaro no sólo fue el primer médico en fallecer por coronavirus en Santa Cruz, sino un reconocido profesional que se ganó el cariño de quienes pudieron conocerlo y que dejó una huella en cada uno.
Su pronta partida se dio el 29 de septiembre del 2020, en plena pandemia que golpeaba el mundo. A más de tres años de su muerte, a Marcelo lo siguen recordando y reconociendo. De hecho, en junio de este año, el infectólogo y médico policial cuenta con una calle a su nombre tras una iniciativa impulsada en el Concejo Deliberante.
Nacido en Corrientes, desde el año 2006 prestaba servicios en la provincia. Esta semana, sus hijas colocaron una placa a su nombre en la plaza de troncos del barrio Che Guevara y lo hicieron acompañada de Melina, amiga de la familia.


“En mí caso yo fui amiga y compañera de trabajo, además, junto con mi esposo somos ‘familia’ con sus hijas, desde el amor de familias que nos vinimos de otros lugares de la Argentina a trabajar acá y que él y su familia siempre contuvieron y agruparon para no sentirnos tan solos”, contó Melina Donaire a La Opinión Austral.
¿Cómo era él? “Él sostenía que siempre hay que festejar los momentos con quienes están a nuestro lado. Cómo médico atendía a todos, con y sin obra social, muchas veces iba a la casa incluso, él estaba para ellos siempre y a cualquier hora”, contó. Marcelo, agregó, “era así, simple, sin doblez”.
Alejandra Miranda, su esposa, también recordó a Marcelo, a quien describió como “un regalo del cielo”. Señaló, además: “Fue un hombre extraordinario, compañero, amigo, colega, un apoyo incondicional a lo largo de toda nuestra vida juntos, un padre amoroso y cómplice de sus hijos, un hijo amado, un médico siempre al lado de sus pacientes, cómo no sentir su ausencia, a pesar del tiempo, en el corazón de todos los que lo han conocido”, describió.
Sus colegas, también lo recordaron de ese modo. Entre ellos, Nanci Romero, quien fuera secretaria del consultorio. “Era una persona natural, humilde, siempre me acuerdo cómo atendía a los pacientes y a los adultos mayores, siempre con cariño, siempre sonriendo”, destacó, “no hay dos seres humanos como él, extraordinario“.
A sus palabras, se sumó David, quien se desempeñó como secretario para los pacientes de PAMI de Casaro. “Marcelo fue y seguirá siendo hasta mi último día de vida una persona incondicional, que siempre estaba para todos, siempre con esa paz que transmitía. De persona honesta sencilla, que siempre estaba ahí a la hora que sea. Marcelo fue y será un grande en todo sentido”, rememoró.
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