Algunos datos que se conocieron durante la charla sobre José H. Ortega que brindó el Centro de Veteranos de Guerra de Río Gallegos, permiten inferir que fue un joven consciente de su misión pese a la posibilidad -de haberlo pedido-, de retornar al continente.

La charla evocativa que se ofreció por estos días en el Complejo Cultural y vinculada a la serie de actividades organizadas ante un nuevo aniversario de la Gesta de Malvinas, permitió conocer algunos datos poco conocidos de la vida de José Honorio Ortega, único santacruceño muerto en combate durante el conflicto con Gran Bretaña.
Fernando Alturria, integrante del Centro de Veteranos de Guerra tuvo a su cargo la narración en la sala Luis Villareal del Complejo Cultural. Poco antes de su participación en la charla recordó ante La Opinión Austral que un 25 de marzo de 1982 “fue el último día que se vieron entre José y sus padres, Ya el 27 de marzo por la noche parte hacia Comodoro Rivadavia (Chubut y al día siguiente, a las seis de la tarde del 28 parte embarcado ya en el Almirante Irizar con rumbo, por ese entonces desconocido”.
Pero ya en el barco él y los embarcados se enteran de un derrotero diferente. “En efecto, hasta ese entonces todos pensaban que la participación del grupo, -formaba parte de un pelotón del Ejército, el Regimiento de Infantería 25-, sólo abarcaría maniobras militares propios de la época, un conflicto militar con Chile, por ejemplo” agregó Alturria.
Hasta ese momento, como gran parte de la sociedad argentina, “muchos ignoraban que la recuperación de Malvinas se iba a realizar el 1° de abril, pero una gran tormenta que se cernió sobre la formación que navegaba por el Atlántico a la altura de San Julián, fue afectada por un vendaval y precipitó que se aceleren los acontecimientos”.
Ya enterados del verdadero sentido de la misión, supieron que su grupo debía cubrir el fondo de la casa del gobernador en Malvinas y en caso de que los ingleses quisieran fugarse por allí.
Al decir de Alturria y por dichos de quienes llegaron a conocer a José en esas semanas, era un joven arrojado y consciente de la misión que tenía junto a sus pares. “Tenía un novia y estaba esperando un hijo, él lo sabía y optó por quedarse en las Islas. En ese momento si pasabas por esa situación, la fuerza podía conceder la opción de retornar hacia el continente, pero él prefirió seguir allí. José, según comentario de su oficial Gómez Centurión, era voluntario en todo; para misiones especiales…José tenía matices de héroe”, reflexionó Alturria.
“El muere en combate, en una batalla desigual. Según los testimonios, sostuvieron el combate cerca de una hora, hasta que un balazo lo voltea finalmente. Murió con las botas puestas”, dice Alturria a modo de metáfora.
José era el mayor de tres hermanos y como punto final de su narración evocativa ante este diario aclara que la muerte de José ocurre en el marco de un combate, “no fue un soldadito, sino una persona ya adulta, con una misión que fue estar en Malvinas y ya lo dice su madre, estuvo en el lugar donde quería estar”, en alusión a su determinación de continuar allí pese a la posibilidad de volver al continente.

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