Faltaban siete minutos para las diez de la mañana del lunes 18 de julio de 1994, cuando una Trafic blanca convertida en coche bomba estalló contra la entrada del edificio de la AMIA, en el barrio porteño de Balvanera.

El repudiable atentado a la Asociación Mutual Israelita dejó un saldo de 85 muertos y los 300 heridos.

Desde entonces, 30 años han pasado sin que la investigación judicial ni las acciones de los distintos gobiernos hayan arrojado resultados satisfactorios para los familiares de las víctimas

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