María Soledad Morales nació el 12 de septiembre de 1972 en Valle Viejo, Catamarca, y era la segunda de siete hermanos. Su sueño era terminar la secundaria para en un futuro ser maestra jardinera, pero ese sueño y su vida se truncó en la madrugada del 8 de septiembre de 1990.

La joven transitaba el 5° año de la secundaria en el Colegio del Carmen y San José, junto a sus compañeros organizaron una fiesta estudiantil en la disco Le Feu Rouge el 7/9/90.  Lo recaudado en la fiesta sería destinado para el viaje de egresados.

El festejo transitaba normal, hasta que pasadas las 03 de la madrugada la buscó quien fuera su novio en ese momento Luis Tula, quien la llevó hacia otra discoteca, “Clivus”. En ese momento Tula la presentó a jóvenes hijos de políticos, según testigos de la disco.

Eso fue lo último que se supo de Soledad. El 10 de septiembre de 1990 se encontró su cuerpo mutilado, a 7 kilómetros de la capital catamarqueña. El pueblo acompañó a la familia, realizaron marchas de silencio para pedir esclarecimiento por el crimen.

Maria Soledad Morales, junto a compañeras del secundario.

 

El crimen tuvo dos acusados, Guillermo Luque, hijo de Ángel Luque, diputado nacional en ese momento, y Luis Tula, quien era el novio de Soledad.

En 1991 ocurrió un hecho trascendente. Carlos Ménem, presidente en ese entonces, ordenó la intervención de Catamarca gobernada por Ramón Saadi, luego de los comentarios de Ángel Luque: “Si mi hijo hubiera sido el asesino, el cadáver nunca habría aparecido”, fueron los dichos del diputado.

Ocho años después del crimen, la familia de Soledad recibió una cuota de justicia de la que buscaba. El tribunal de enjuiciamiento condenó el 27 de febrero de 1998 a Luque a 21 años de prisión y a Tula a 9 años.

A 30 años del crimen habló la mamá, Ada Morales

A tres décadas del asesinato de su hija, habló con el medio Catamarca en Cana la madre de María Soledad, Ada Morales.

Compungida, con los ojos brillantes, en el nicho familiar donde se encuentran su hija y su esposo Elías Morales, quien falleció en 2016.

“30 años sin Soledad, 30 años que aprendí a convivir con el dolor, ya no está sola, esta con su papá que ella tanto amaba”.

Con respecto a las condenas que recibieron los dos imputados, siente que “los dos se han ido con las manos vacías, sin justicia” y que “se hizo una pequeña parte de justicia, no como tendría que haber sido”.

Ada la recuerda todos los días, recibe poemas, canciones y dibujos constantemente. Las compañeras del secundario de Soledad “siempre le dejan un regalo a mi hija”, comentó. Además, una de ellas decidió ponerle de nombre “Soledad” a una de sus hijas.

Hoy, a 30 años del crimen de María Soledad Morales, el recuerdo de su familia y de los argentinos sigue latente.

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