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Un día como hoy, 60 años atrás, en la revista Primera Plana se publicó por primera vez la tira de Mafalda, la gran creación de Quino. Seis décadas de personajes que forman parte de la cultura argentina y que retrataban la cotidianidad y los cambios sociales de la década de los 60, pero sobre todo mostraban la vida de una típica familia de clase media argentina.

Las historias transcurrían en un barrio porteño. La familia de Mafalda vivía en un departamento, el padre era empleado de una compañía de seguros y la madre una ama de casa. Mafalda tenía un pequeño hermanito. La familia iba en el verano de vacaciones a una playa de la costa atlántica en su pequeño auto usado. Una especie en extinción.

Hoy Mafalda estaría en riesgo de ser parte de una primera generación de pobres en una familia de tradición de clase media. Esta familia estaría dentro de los 25 millones de argentinos que están en la pobreza, según la última medición del Indec.

La pobreza está al acecho de la clase media. Muchos ya cayeron, según el INDEC.

La clase media es para los argentinos una suerte de emblema nacional. Hasta hace no tanto tiempo, la imagen del país era distinta a la da casi todos los países de la región a raíz de la potencia -económica, cultural, educativa- de los sectores medios. Una sociedad en la que la mayoría se percibía de clase media. Si bien este es un proceso de deterioro que lleva años, el modelo Milei de salarios licuados y servicios caros ha detonado el “gran sueño” argentino.

El especialista Guillermo Olivetto, de la Consultora W, advierte que la pirámide socioeconómica del país se fraccionó y la clase media dividida en dos flota lejos de la alta y ahí nomás de las bajas. Es decir, la clase media está en constante conflicto mientras la mayoría se aleja de los de arriba y flota en el límite de la baja.

Según el estudio de Olivetto, la clase media, que llegó a representar el 70% de la población hace tres décadas, actualmente suma entre los dos fragmentos en que se dividió apenas 42% (la media baja 25% y la media alta 17%). Este desprendimiento aumentó la clase baja no pobre ensanchando la pobre en la pirámide social. Entre ambas, ocupan el 53% de la pirámide, según la Consultora W.

Los límites entre estas clases se realizan tomando en cuenta los ingresos familiares, pero en la Argentina queda aún un componente imaginario que hace que muchos se sigan “autopercibiendo” de clase media, aunque no pueda pagar los consumos que las caracterizaron en otras épocas.

La actual clase media, lo que queda de ella, lucha a brazo partido -utilizando ahorros, o endeudándose- para mantener el techo, el auto, las vacaciones, las salidas, la salud y la educación de calidad para los hijos son pretensiones de calidad. Pero en realidad están más cerca de luchar por los alimentos y servicios esenciales, como el agua, el gas y electricidad, las prepagas y las expensas.

La clase media tiene una nueva identidad, en la que se deja de lado el ahorrar y proyectar hacia futuro, para ocuparse de la supervivencia cotidiana.

Según la encuesta nacional realizada en agosto por Opinion Lab, ese mes el 36% se percibía como de clase social baja, mientras que remontándose un año atrás sólo 18% se veía así; 38% se identificó como de clase baja (30% antes), 21% de clase media (el doble un año atrás) y 4% de clase media alta o alta (9% en 2023; gráfico arriba). Un proceso de movilidad social descendente en términos de autopercepción.

El dolor de ya no ser

“Hoy la clase media vive con un pie en la ilusión de ser de clase media y con el otro en la realidad de la pobreza. Camina sobre el descenso de su calidad de vida. En el fango de la mediocridad. En el esfuerzo y trabajo duro que no le retribuye beneficio”, advierte el analista económico Damián Di Pace.

Y continúa: “La calidad de vida y seguridad de clase media se convirtió en fragilidad e imprevisibilidad futura. Sus hijos decidieron tomar otro rumbo puertas afuera del país al ver el espejo de sus padres y abuelos en los últimos 40 años. No es lo mismo crecer rico que crecer pobre pero nacer de clase media y volverte pobre debe ser una de las peores humillaciones para una clase emprendedora, trabajadora y profesional”.

Millones de argentinos están sintiendo el dolor de ya no ser. Muchas familias de clase media están al borde del precipicio de la pobreza.

La Consultora W realizó algunos focus en los que se siente este dolor. Algunas de las frases que la consultora hizo públicas, son contundentes. Los consultados dijeron cosas como:

“El noticiero me dice que soy pobre, pero todavía no caigo.”

“Conocidos míos se quedaron sin trabajo y descendieron de clase social.”

“Estamos en una cuerda floja, viendo qué somos, es algo muy dinámico. Más allá de las clases altas que no pasan necesidad económica, de ahí para abajo estamos todos en una licuadora.”

“Lamentablemente no somos más clase media, somos clase trabajadora llegando a fin de mes. Somos sin plata, pero educados.”

“Somos clase de subsistencia: se puede comer, vivir y tener un hogar, como toda la vida fuimos de determinada clase social, intentamos mantener cierto estándar haciendo malabares.”

Olivetto señala que los consultados “remarcan que hoy el gran objetivo es ‘no perder’. Están como en puntas de pie caminando sobre un hielo quebradizo“, redondea el analista.

Hoy, el salario promedio en la Argentina está apenas arriba de los 500 mil pesos. En CABA, una familia de dos adultos y dos niños menores de 10 años, que son propietarios, pagan una canasta de bienes y servicios de 1.160.000 pesos. En diciembre del 2023, mes en que asumió Milei, esa canasta valía menos de 600 mil pesos. Y en abril de este año, esa misma canasta ya estaba en el millón de pesos.

Pero la idea de clase media es mucho más que poder de compra, es el estereotipo de una clase que todo país aspira a tener en términos de consumo y de educación, pero, especialmente, mantener la idea de que existe la posibilidad de progreso social.
En 2016, a poco de asumir Mauricio Macri, Javier González Fraga marcó el rumbo económico que se tomaba con una crudeza brutal:

Venimos de 12 años en donde le hicieron creer a un empleado medio que su sueldo servía para comprar celulares, plasmas, autos, motos e irse al exterior“, señaló.

Ya confirmaba el fin de la clase media. El fin de los sueños del padre de Mafalda.

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