La devaluación constante del peso argentino es una tragedia para el poder adquisitivo en la Argentina, pero se convierte en un golpe a la autoestima en otro país como Israel, en especial en Tel Aviv, la ciudad más cara del mundo.
Un argentino que viaje a esta ciudad del Estado de Israel por turismo o por trabajo deberá pagar los productos de primera necesidad a precios estratosféricos para un bolsillo que cargue pesos más allá de la frontera.
Las causas de este choque monetario se deben, primero, a la depreciación diaria del peso, pero también a la suba creciente del nuevo shekel, una moneda que no deja de apreciarse cada día como consecuencia de la fortaleza de la economía israelí.
El dólar ha caído ahí desde 3,2 a 3 shekles en pocos meses y está a punto de perforar esa barrera psicológica, lo que también es un problema para los ciudadanos locales que sufren una inflación en dólares que también pesa sobre sus salarios.
Cuál es el salario mínimo de un trabajador en Israel
Un salario mínimo ronda aquí los 2.000 dólares y uno medio los 3.500 dólares, mientras en el sector de alta tecnología las remuneraciones pueden superar ampliamente los 10.000 dólares.
Un litro de agua, el insumo más básico para un turista de a pie, cuesta aquí unos 9 shekels en un supermercado de Tel Aviv, unos 3 dólares o 600 pesos al considerar el tipo de cambio que debe abonar un argentino con el dólar tarjeta.
El supermercado puede convertirse en una cadena de disgustos para un turista cuya moneda ha caído en el abismo, como el argentino, que deberá pagar 6,9 shekels un litro de leche, unos 460 pesos argentinos.
Un argentino que vaya al supermercado a hacer una compra semanal lo pasará realmente mal: 1.200 pesos un litro de aceite de maíz, 1.00 pesos un kilo de zapallito anco, el mismo precio que cinco peras envasadas en una bandeja, mientras una naranja solitaria costará unos 440 pesos y 400 pesos una palta grandota.
El resumen, un dolor de cabeza y de bolsillo
A la hora de cancelar el resumen de la tarjeta de crédito, el turista argentino que compre productos de higiene también tendrá una cuenta abultada: 550 pesos un cepillo de dientes, 800 pesos un dentífrico, 1.200 pesos un shampoo medio y el mismo precio por un desodorante en aerosol, si ha cometido el descuido de olvidarlos en su país.
A la hora de los “lujos caros” en Tel Aviv, un ciudadano de un país sin moneda deberá resignarse a mirar las góndolas o pagar con los ojos cerrados: abonará por una mermelada importada unos 21,9 shekels o 1.500 pesos, por una botella de Coca Cola de un litro y medio serán 1.000 pesos o por una lata de la misma marca unos 600 pesos.
Leer el diario con una cerveza en ojotas y comiendo una pizza también es un placer casi vedado a un argentino: 13 shekels u 867 pesos por el Jerusalén Post, 4.660 pesos por unas Havaianas, 600 pesos por una cervecita de medio litro y 90 shekels o 6.000 pesos por una muzza simple.
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