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“La ciencia no es cara, lo que es cara es la ignorancia”

Bernardo Houssay, científico argentino, Premio Nobel de Medicina.

Más de la mitad de un país pobre, la presiones y el debate sobre el fin del cepo, la pelea pública entre Javier Milei y Cristina Kirchner, la represión a los jubilados que marchan contra el veto presidencial, las peleas en el Congreso, la causa contra Alberto Fernández por violencia de género, de cuánto será la inflación de agosto, son muchos los temas que ocupan la agenda de los medios. Todos importantes. Todos urgentes.

Pero también hay otros que no ocupan mucho espacio en los medios. Que no parecen tan urgentes, ni tan importantes. Al menos para la mayor parte de la dirigencia política, ocupada mucho en lo inmediato y menos en el futuro, en qué país queremos ser.

Hay gente importante en la Argentina. Algunos no ocupan espacio en los diarios ni en los noticieros. Casi no se los escucha y la mayor parte del país desconoce sus rostros.

Uno de ellos es Alberto Kornblihtt. Alguien tiempo atrás lo apodó “el Messi de la ciencia”. Y no estuvo errado.

Kornblihtt es un científico argentino, recibido en la Universidad de Buenos Aires (UBA), biólogo molecular. Llevó la ciencia nacional a un reconocimiento mundial y eligió estar en la Argentina, y desarrollar su trabajo en nuestras tierras, enseñar en la universidad. Decidió ser parte del directorio del Conicet y dirige el Instituto de Fisiología, Biología Molecular y Neurociencias del Conicet-UBA. Además, es miembro de la Academia Nacional de Ciencias de EEUU -fundada por Lincoln-, de la Academia de Ciencias de Francia -fundada por Colbert-, de la Academia Brasileña de Ciencias, de la Academia Nacional de Ciencias de Argentina con sede en Córdoba -fundada por Sarmiento-, y de la Academia Nacional de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales, entre otros.

Alberto Kornblihtt, biólogo molecular argentino.

Todos estos laureles los conseguí trabajando en el país. Ni estudié y ni trabajé en el extranjero (salvo por 3 años de postdoctorado en Inglaterra) sino en instituciones públicas, de la primaria al doctorado. La producción científica reconocida es la hecha en Argentina, habiendo dirigido 21 tesis doctorales aquí”, cuenta Kornblihtt.

Este argentino -uno de los científicos más respetados en el mundo-, le escribió públicamente a Javier Milei. Lo hizo luego de que el presidente volviera a insultar y agraviar a los científicos argentinos. Durante la apertura del foro de ultraderecha que en el CCK Milei tildó como parte de la “casta”, mandó a validar sus conocimientos al mercado y a salir del amparo del Estado, los acusó a los científicos de sentirse superiores por sus títulos académicos y los responsabilizó de que toda la sociedad deba “subsidiar su vocación”.

Kornblihtt le envió un mensaje. “Se ha terminado el tiempo de la contemplación“, marcó y tildó al Presidente de un “bruto” que cuya “brutalidad es el instrumento para imponer su programa de explotación y miseria”.

Nos recomendó salir al mercado, escribir un libro y ver si le gusta a la gente en lugar de escondernos canallescamente detrás de la protección del Estado“, repasó Kornblihtt, quien eligió no repudiar las declaraciones sino responderle con algunas aclaraciones. Eligió solo tres puntos para desarmar sus argumentos:

  • “Sin la ciencia financiada por el Estado, tal cual ocurre en todos los países del mundo, su inútil dedito no podría tildar “Me gusta” varias veces al día a los tuits crueles y denigrantes que festeja en la pantalla táctil de su telefonito”.
  • “Sin la ciencia financiada por el Estado, los aviones en que se divierte viajando chocarían en el aire; el cáncer, que seguramente tendrá, lo mataría en un santiamén”.
  • “Sin la ciencia financiada por el Estado, no podría haber festejado hipócritamente que una variedad de trigo resistente a la sequía generada en la Argentina haya sido aprobada en los EEUU”.
  • “Y puedo seguir, pero ya no hay nada que hacer con el bruto. Nos ha tomado como chivos expiatorios de los males que aquejan a nuestro pueblo. Tal como los nazis hicieron con los judíos, los gitanos, los homosexuales, los comunistas y los discapacitados, nos considera población sobrante y quiere eliminarnos del mapa, para lo cual debe convencer al resto de la población de que la culpa de sus penares es nuestra”, señaló el científico.

Un bruto. Así definió al Presidente una de las mentes más brillantes del país.

Mientras hacía públicas estas palabras, Milei les hacía el gesto de masturbarse a los empresarios que pedían levantar el cepo en la convención de la IAEF. “Hay un negocio creciendo de vaselina para economistas pifiadores seriales“, agregó en su clase magistral, en otra de sus metáforas de contenido sexual. El mismo Milei que, también al hablar de la economía nacional, había dicho que “querían poner el dólar a 1.800, y le dejamos el culo como un mandril”.

No es habitual darle la voz a la ciencia en un panorama político semanal. Pero para quien escribe estas líneas no solo es necesario sino urgente. Porque marca el futuro y qué clase de país queremos ser. Y porque como dijo Bernardo Houssay, “la ciencia no es cara, lo que es cara es la ignorancia”.

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