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Por Andrea Daufí

En 2019, la UNESCO definió la Inteligencia Artificial (IA) como “máquinas capaces de imitar ciertas funcionalidades de la inteligencia humana incluyendo la percepción, el aprendizaje, el razonamiento, la resolución de problemas, la interacción del lenguaje e incluso la producción creativa”.

En un escenario donde la IA transformó rutinas en la educación y el empleo, surgieron distintas posturas en cuanto a su utilidad, alcances y riesgos. La Opinión Austral dialogó con vecinos de Río Gallegos de diversas generaciones para conocer sus percepciones acerca de su uso.

Lautaro, estudiante de 18 años, expresó una visión positiva: “Puede ser muy útil, es una herramienta muy poderosa e importante”. En cambio, Federico, también de 18, manifestó su rechazo: “Desde que salió, se usa para copiar la tarea. Nos está haciendo a todos vagos”.

Otros adoptaron posiciones más equilibradas. David, fotógrafo de 35 años, opinó que “es una muy buena herramienta que va a facilitar el trabajo en algunos sectores y va a perjudicar a otros. Hay que saber utilizarla”.

En la misma línea, Cristina, docente jubilada de 65 años, reflexionó: “Es una buena herramienta para interiorizarse de algunas cosas, pero no es todo, hay que trabajar la cabeza”.

Frente a un panorama que genera más interrogantes que certezas, LOA conversó con Matías Grinberg, psicólogo especializado en Neurociencias y programador de Inteligencia Artificial, y con Hache Ariel Merpert, director ejecutivo de TEDx Río de la Plata, quien investiga innovaciones educativas, incluida la incorporación de la IA en las aulas.

Ambos compartieron su mirada sobre el impacto actual de estas tecnologías en los ámbitos educativo y laboral, así como los posibles escenarios para los próximos años. “Es bastante interesante el fenómeno de cómo está evolucionando en el mundo. Hay una inversión inusitada en el desarrollo de esto más que en cualquier otra cosa en la historia”, señaló el psicólogo.

Un cambio que interpela

Grinberg, quien descubrió la Inteligencia Artificial como herramienta de investigación al aplicar ciencia de datos a la neurociencia y explorar la conciencia mediante IA, sostuvo que “hay una clara concentración de poder y de infraestructura clave en el desarrollo de la Inteligencia Artificial en cuanto a los recursos materiales”.

En ese sentido, agregó: “Quienes tienen obviamente más cómputo y más posibilidades son Estados Unidos y China, que concentran la gran mayoría de los recursos de cómputo. Desde ciertos aspectos, estamos un poco librados a lo que pase internacionalmente”.

Aun así, destacó que en Argentina existe “un excelente talento y nivel intelectual y técnico. Tenemos la posibilidad de esgrimir estas herramientas según nuestros intereses y también de hacer trabajos y desarrollos en la capa algorítmica y de implementación”.

Matías Grinberg, psicólogo especializado en Neurociencias y programador de Inteligencia Artificial.

En tanto, Merpert subrayó: “Ahora el mundo tiene una división en tres grandes grupos regulatorios: está Estados Unidos, donde la propiedad intelectual es el eje principal; está el grupo de países como la Unión Europea, más enfocados en la protección del individuo y de las sociedades; y está China, que prioriza el avance por sobre las otras dos variables”.

Aseveró que resulta clave observar cómo se establecen las regulaciones, con qué encuadre ideológico, cómo las utilizan los gobiernos y de qué modo se aplican en el entretenimiento y la educación.

Respecto a esto último, dijo que “son las dos conductas que hacemos todos casi por igual vinculadas con la tecnología” y amplió: “El trabajo es otro espacio que está cruzado con todos los otros. Creo que el ámbito laboral va a cambiar mucho”.

La IA en las aulas

En comunicación con La Opinión Austral, el director ejecutivo de TEDx Río de la Plata, Hache Ariel Merpert, se refirió a la irrupción de la Inteligencia Artificial en la educación, en particular a ChatGPT, el chatbot desarrollado por OpenAI: “Apareció de golpe en noviembre de 2022”, recordó.

Contó que en febrero de 2023, junto a otros profesionales, fue invitado a recorrer escuelas en distintos estados de Estados Unidos para conocer innovaciones educativas. “Lo que yo vi ahí me pareció increíble. En el norte del mundo ya habían reiniciado las clases, y lo que estaba pasando era que la IA había tomado la agenda general. Pedían un poco de tiempo”, comentó.

Sobre la situación en Argentina, esbozó: “Siempre pasa: las instituciones van más lento que las personas. Los individuos lo están usando de diferentes maneras: los estudiantes y muchos docentes”.

Consideró esencial que las instituciones educativas se tomen el tiempo necesario para encontrar usos adecuados y responsables de la Inteligencia Artificial. No obstante, indicó que “las instituciones tardan demasiado; me refiero a la burocracia educativa, pero también a los ministerios de Educación, etcétera”.

Remarcó que la capacitación es clave, aunque mucho más importante es la pedagógica que la técnica: “Como docente, cuando recibo una tecnología nueva, lo primero que pienso es en la consigna; en qué tipo de consigna puedo hacer para aprovechar este contexto”.

Al imaginar la educación del futuro, reflexionó: “Hay que ver los problemas como oportunidades de aprendizaje, y no que te cuenten una información para que la memorices”. A su vez, destacó que podría favorecer la inclusión si “los docentes empiezan a pensar esto como parte del proceso de aprendizaje que puede mejorar la performance de la herramienta, lo mismo con las empresas”.

Hache Ariel Merpert, director ejecutivo de TEDx Río de la Plata.

Declaró que la Inteligencia Artificial es capaz de asumirse como “un superpoder” ya que “es un aliado potencial, sin pensarlo como un reemplazo” y anticipó: “Probablemente lo que vaya a pasar ahora es algo que veníamos esperando hace mucho tiempo. Sabemos que cuanto más personalizado es el proceso de enseñanza, mejor funciona. Pero a los docentes con 30 estudiantes o varios cursos se les complica hacerlo”.

Transformaciones en el trabajo

Para Matías Grinberg, “hay una gran presión en todos los sectores privados y públicos por implementar estas herramientas, aunque no se termina de entender del todo dónde realmente aportan valor”.

Explicó que “en cualquier empresa los managers están con cierto apuro por aplicar Inteligencia Artificial y orientan políticas internas hacia eso”. Sin embargo, alegó: “Esa presión viene, en buena medida, de una moda y una sensación, y no tanto porque sea la herramienta que más valor les va a aportar”.

Reconoció que ya existe un impacto concreto en el mercado laboral: “Definitivamente está afectando a todas las disciplinas, de alguna manera u otra. En algunos casos genera desplazamiento directo, como en la programación (…) ahora se usan más herramientas de Inteligencia Artificial”.

Añadió que “lo mismo pasa con otras profesiones donde lo principal es generar textos o básicamente usar la computadora (…) no porque hayan desaparecido todos los que hacen eso, sino porque quizás en un equipo donde antes se necesitaban diez personas para alcanzar cierto nivel de producción, ahora se llega con dos, más la IA”.

Precisó que “hay una revalorización de otros oficios analógicos y humanos, como enfermería o plomería, que probablemente estén más protegidos de la automatización. Responder la pregunta ‘¿qué trabajos existirían en el futuro?’ depende de la escala temporal en la cual uno hable. En el caso de que exista una ‘súper IA’, es impredecible y es posible que en algunos de estos escenarios alternativos deje de existir el trabajo como lo conocemos (…) podrían persistir cosas fundamentalmente humanas como justamente la enfermería o cosas de nicho, como el ajedrez”.

Planteó que “es fácil identificar los problemas, pero requiere más esfuerzo diseñar sistemas que potencien lo positivo, y eso es posible. El objetivo debería ser automatizar lo tedioso, permitir a las personas enfocarse en lo que más querrían y es más beneficioso”.

Afirmó que “diseñar sistemas para el verdadero bienestar de las personas como objetivo principal es posible (…) La regulación es esencial y hay que abordar el tema desde todos los niveles involucrados”.

Desafíos y cuidados

A modo de cierre, los profesionales aludieron a la ambigüedad que aún rodea a la Inteligencia Artificial y a la multiplicidad de recursos que desarrolla de forma exponencial. Hache admitió que “hay algo dando vueltas que puede incitar a alguien a hacer algo que no corresponde”.

Dijo que “tenemos que mostrarles a los estudiantes en dónde sí y en dónde no (…) Es cierto que muchas veces ‘alucina’, así se llama cuando dice cosas que no son, y es importante que los chicos, junto con docentes y familias, vean esto mediante consignas que les permitan comprenderlo”.

Por su parte, Grinberg alertó que “hay muchísimos cambios que se están dando con estas tecnologías, no solo con ChatGPT, sino desde antes, con los sistemas de recomendación en redes sociales, que impactan gravemente en la salud mental global de jóvenes y de adultos”.

El psicólogo detalló que “ya estamos viendo gente dependiente de chatbots conversacionales, que empiezan a tener vínculos que dicen ser afectivos. Se ve sobredependencia de estos vínculos que son con avatares artificiales (…) más allá del intento de dar marcos normativos globales, aún falta mucha información al respecto”.

La Inteligencia Artificial revoluciona las aulas y el mundo laboral. Imagen realizada con ChatGPT.

Coincidió con su colega en la necesidad de estar atentos al hecho de que “los modelos tipo ChatGPT se confunden, inventan cosas falsas y las redactan con convicción. Te inventan autores, citas a libros que no existen y la gente confía como si fuera una fuente legítima. Generan texto coherente, pero si dan información verdadera es de casualidad…es un sistema probabilístico, básicamente son una ‘máquina de sarasa’ avanzada.

Además, ponderó: “Ya vemos un porcentaje enorme de la gente, incluyendo a los estudiantes, que usan ChatGPT en su día a día, tanto para hacer trampa en exámenes como para el estudio. Podemos identificar muchos efectos, uno de ellos es la afectación de ciertas habilidades cognitivas por la falta de práctica o delegación de tareas. También puede impactar en la motivación de estudiar por la incertidumbre en la salida laboral”.

Indicó que, en el plano social e institucional, “es ideal contar con un entramado comunitario de afectos y lazos de apoyo que promuevan la verdadera conexión entre las personas y hábitos de vida saludables, también en el consumo tecnológico”.

Finalmente, hizo hincapié en que en el ámbito familiar resulta fundamental el ejemplo de los padres en el uso de estas herramientas. “Es para orientar a los chicos y mostrar cómo se despliegan sus efectos dentro del hogar, lo mismo en las escuelas; y es esencial la participación del Estado para el beneficio de la población en general”, sentenció.

En definitiva, la Inteligencia Artificial se impone como una fuerza que redefine la forma en que aprendemos, trabajamos y nos vinculamos, pero nos obliga igualmente a repensar los límites éticos, educativos y humanos de su uso.

Entre el entusiasmo por sus ventajas y la preocupación por sus riesgos, el desafío pasa por aprender a convivir con esta tecnología sin perder de vista aquello que nos distingue: la capacidad crítica, la creatividad y la empatía. Su impacto va a depender, en última instancia, no de lo que pueda hacer la IA, sino de lo que decidamos hacer con ella.

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