El arzobispo de Buenos Aires, Jorge García Cuerva presidió este domingo la misa conclusiva del Año Jubilar en la catedral metropolitana, concelebrada por los obispos auxiliares Iván Dornelles, Pedro Cannavó y Alejandro Pardo.
En su homilía, inspirada en el evangelio de san Mateo que narra los sueños de san José, García Cuerva invitó a los fieles a vivir una fe encarnada y comprometida.
“Finalizando este Jubileo de la Esperanza, creo que una de las primeras cosas que nos tienen que quedar a todos es que, igual que José, tenemos que ser soñadores pero con los pies en la tierra“, afirmó.
Monseñor García Cuerva exhortó a soñar en grande sin desentenderse de las dificultades concretas de la realidad, especialmente las que atraviesa el país.
“Comprometidos con la situación de nuestra Argentina en este tiempo, queremos seguir soñando que otro mundo es posible”, expresó y alentó a construir entre todos, de la mano de Dios, el Reino.
Al referirse al cierre del Año Santo, el arzobispo pidió: “Que el Jubileo no quede en un lindo recuerdo, sino que nos comprometamos a ser testigos de esperanza en la realidad cotidiana, dura, durísima, como lo fue para la Sagrada Familia”.
Evocó las carencias vividas en Belén, Egipto y Nazaret, donde -dijo- “faltaba de todo, pero lo que sobraba era amor”.
En el tramo final de la celebración, monseñor García Cuerva elevó una oración de acción de gracias por los frutos del Jubileo en la arquidiócesis de Buenos Aires.
Luego, se realizó el gesto de despedida de la Cruz jubilar, que acompañó las celebraciones a lo largo de todo el año, marcando el cierre del Año Santo en la Iglesia local.
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