La Red Nacional H.I.J.O.S., que nuclea a hijas e hijos y familiares de víctimas del terrorismo de Estado en la dictadura, denunció un brutal abuso sexual contra una militante por parte de dos personas, que luego de cometer el hecho dejaron una pintada con la frase libertaria “VLLC” (Viva La Libertad Carajo).

El hecho se conoció a pocos días de conmemorarse un nuevo 24 de marzo, Día de la Memoria, la Verdad y la Justicia. Mediante un comunicado, detallaron que la mujer fue sorprendida por los atacantes, quienes forzaron la entrada de su domicilio, ingresaron y la esperaron, donde fue golpeada, amenazada de muerte con armas de fuego y abusada sexualmente.

Luego de conocerse la noticia, la militante de H.I.J.O.S habló con el diario Página/12 respecto a lo sucedido, en una entrevista donde se decidió resguardar su identidad para no exponerla.

Hoy, en plena democracia, un gobierno elegido por la gente habilita el ejercicio del terror y la crueldad desde todos los canales que tiene a disposición. Yo quiero que la Justicia identifique a los que me hicieron esto, pero también que dé con el aparato que hay detrás”, expresó la joven en diálogo con la docente y periodista especializada en lesa humanidad y crímenes de Estado, Ailín Bullentini.

Y agregó: “Mi vida cambió muchísimo, está totalmente suspendida en el aire. Lograron eso, que también es terror e impunidad. ¿Qué pasa si ahora me escriben amenazándome? Yo no tengo red más que la de mi familia y mis compañeres, soy tan solo una trabajadora como el resto de les trabajadores de este país. No tengo nada que esconder, no manejo información de poder, no me hicieron esto más que por ser militante.”

El ataque

Según consigna Página/12, el 5 de marzo la joven salió de su trabajo, se tomó un colectivo y llegó a su casa, en un edificio de departamentos. Abrió la puerta de entrada. “Todo parecía normal, puerta cerrada, cerradura sin forzar”, explicó. Ni bien puso “un pie adentro” -dice-, unas manos la sujetaron de atrás y le agarraron los brazos. Otras manos le agarraron la cara y le taparon la boca.

Eran dos hombres. “Cuarentones, grandotes, con fuerza, no eran pibitos”, describió. Lo primero que imaginó, mientras forcejeaba con ellos, fue que querían robarle. “Les dije que yo era una trabajadora, y que no tenía plata para darles. De hecho había cobrado y después de pagar las cuentas me quedaba casi nada de plata”, recordó.

Me empezaron a golpear y a amenazar”, cuenta. ¿Qué le dijeron? La joven recuerda exactamente lo que declaró ante la Policía: “No hables nunca más. Mirá lo que te pasa por hablar, sabemos que trabajas en los derechos humanos. Sabemos quién sos, no te te vinimos a robar nada, a mí me pagan por esto. Nosotros te vinimos a matar”. Tras cambiar de fuero, su denuncia espera avances en la Justicia federal. Aún no fue citada a declarar.

Ahí, entonces, le cayó la ficha y entró en shock porque “una no está esperando a que la vengan a secuestrar y a golpear y a amenazar por cuestiones políticas. Nadie está pensando que cosas así pueden pasar en un Estado que es supuestamente democrático”, advierte.

Los dos atacantes estaban armados. “Cuando me dijeron ‘no vinimos a robarte, vinimos a matarte’ lo primero que sentí es que efectivamente me iban a matar. Así que así termina todo para mí, pensé. En tres segundos voy a estar muerta y no me quería morir llorando, así que me guardé las lágrimas”, avanza el relato.

Pero luego, en un movimiento, logró verlos: los descubrió con las caras tapadas, con las capuchas de sus camperas. A uno de ellos le vio los jeans azul oscuro, achupinados, remera negra y campera bordó y azul. Cuando se dieron cuenta de que los estaba mirando, la golpearon en la boca, la tiraron al piso, la arrastraron hasta su cama. “No mirés, hija de puta, te voy a matar”, le dijo el que tenía enfrente.

Le ataron los pies con un alambre y las manos con una funda de sábana que rompieron. Con otro trozo de tela le anudaron la boca y con otro más le vendaron los ojos. La pusieron boca abajo sobre la cama. Uno de ellos se le subió encima y comenzó a manosearla, con las manos y con el arma. El otro le apuntaba en la cabeza. Mientras el abuso sucedía, las amenazas continuaban: “Esto te pasa por hablar, te vamos a matar”.

Horas después, con la denuncia ya realizada, y con la Policía Científica tomando pruebas en el lugar, encontró el mensaje que le habían dejado en la pared de su cuarto: “VLLC”, el eslogan del partido de gobierno, La Libertad Avanza, y las siglas con las que el Presidente firma sus mensajes. También la palabra “ñoqui”.

La joven militante exigió “que se investigue”, pero “no solo a las personas que cometieron este acto”.

Quiero saber quién está detrás. Hay alguien que lo ideó, alguien que lo respaldó desde lo logístico y alguien que lo está habilitando”, señaló.

“Acá hay alguien que está pensando cómo generar dispositivos de terror para poder instalar un proyecto económico y político que sólo cierra con sangre. Y la sangre siempre la ponemos los mismos: nuestros viejos y viejas, nuestros hermanos que están aún apropiades”, concluyó.

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