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Fueron dos semanas duras para el gobierno de Javier Milei. Todas las encuestas -incluso las propias, las que llegan al despacho presidencial-, marcan una caída fuerte en la imagen del líder libertario. El asado en Olivos de homenaje a los “héroes” que confirmaron el veto a las mejoras para los jubilados, terminó siendo un golpe para la imagen del gobierno y no alcanzó esa parodia de los 20.000 pesos por cabeza. El brutal aumento de la pobreza y la indigencia en el país fue el dato más duro que recibió Milei en sus casi diez meses de gobierno. Y la distracción del encuentro en la Casa Rosada con Susana Giménez terminó siendo un golpe en contra, tal como lo reflejaron las portadas de los principales diarios.

Un momento muy duro. “Todos se extrañaban con el mantenimiento de la popularidad de Milei en medio de un ajuste tan fuerte y la pregunta del millón era hasta cuándo iba a mantenerse esa tendencia. Bueno, parece que encontró el límite. Como se dice en política, le empezaron a entrar las balas y si no hay resultados pronto la situación tiende a empeorar”, señalaba a este periodista un consultor acostumbrado a ver los buenos y los malos momentos de los gobiernos de turno.

Esta semana que arranca tendrá también una situación muy difícil para Milei. La marcha universitaria contra el veto a la ley de financiamiento amenaza con ser tan fuerte como la de abril pasado. Miles saldrán a las calles este miércoles y no habrá protocolo anti piquetes que valga. En todo el país resonarán las quejas. Y para peor, en el Congreso empezaron a sentirse las voces de legisladores amigos que dudan en ratificar este veto. “No es lo mismo que con las jubilaciones, el gasto para las arcas públicas es mucho menor y la educación es un tema muy sensible, no se si en esta oportunidad voy a acompañar el veto presidencial”, señaló un diputado en off, anticipando una difícil negociación del gobierno en el Congreso si Milei efectivamente veta la ley de financiamiento.

Quizá por todos estos motivos, por la situación actual, es que Milei necesitaba el acto en Parque Lezama. Buscó ratificar el acompañamiento de su militancia, confirmar los votos y hasta presentar en un acto público a su hermana y gran armadora del partido. Por primera vez se escuchó la voz de Karina Milei. Como su hermano, se presentó con campera de cuero negra. Pero no es una buena oradora, eso quedó claro.

El escenario no fue el mejor. Hubo menos público que el esperado y hasta debieron contratar decenas de micros para sumar militantes.

En su discurso, Milei dio muestras de que le están llegando las críticas y la baja en su popularidad. No solo porque pintó una situación que la mayoría de los argentinos no ven -mejora del salario, un gran momento para los jubilados, la pobreza que baja-, sino porque apostó a la agresión, a la violencia verbal y a ratificar a los enemigos.

Criticó otra vez a “la putrefacta casta putrefacta”.

Cargó contra “las palomas radicales”.

Durísimo contra el periodismo. “La casta periodística, los micrófonos ensobrados, nos hicieron un apagón“; “les cerramos el orto”; “son pedazos de soretes”, y volvió a tratarlos de “periodistas ensobrados”.

Hacia adentro, cargó contra “los nuevos traidores”. Y se inspiró en una historia bíblica al señalar que “a todos los traidores se los tragó la tierra”.

Más allá de lo que se buscó presentar, el de Parque Lezama fue un discurso presidencial a la defensiva. Milei ratificó ante los suyos que es el mejor gobierno de la historia que tiene a los mejores ministros y que todo está mejor. Y ratificó a los enemigos. Les recordó por qué lo votaron.

No hay lugar para las quejas por la actual situación. Como dijo Susana Giménez al abrir la Fiesta de la Flor en Escobar: “¡Y dale con la pobreza! El gobierno anterior estuvo 20 años, este recién arranca”.

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