“Diez días que estremecieron el mundo” es un libro del periodista estadounidense John Reed -también llevado al cine-, publicado en 1919, que describe los momentos finales de la revolución rusa de octubre de 1917. Si bien Javier Milei no estará muy cómodo con la comparación, pensando en su cruzada internacional contra el comunismo -como bien dejó en claro en Davos-, es posible hacer un juego de palabras y trasladar la conmoción de entonces a unos días que arrancan y que marcarán con fuerza el futuro del gobierno así como de la oposición.
Esta semana que comienza define muchas cosas. Un megaproyecto de ley que el Presidente exige que obtenga la media sanción de Diputados a más tardar el viernes y con la menor cantidad de cambios posibles. Así como una oposición “dialoguista y amiga” que busca quedar bien parada ante la sociedad fracase o triunfe el plan de gobierno de Milei. Y en la otra vereda, una oposición -peronista, sindical, de movimientos sociales- que se juega mucho con un paro nacional y marcha al Congreso que se prevé será multitudinaria.
Respecto del Gobierno, el primer fracaso a tan solo un mes y medio de la asunción de Milei es haber tenido que dejar morir la consigna de “el proyecto sale tal como se mandó y a fin de mes”. Eso estalló por el aire. Se vio obligado a extender las sesiones extraordinarias en el Congreso hasta mediados de febrero y a negociar cambios en decenas de artículos, aunque sigan negando la palabra maldita –“negociación”-, e insistan en hablar de “mejoras” y “aclaraciones” en algunos artículos.
La oposición más dura, por su parte, traslada la disputa a la calle. La CGT encabeza un paro de actividades que cada día cuenta con una mayor adhesión -transporte, bancos-, y una movilización que se estima será multitudinaria, con la adhesión de la izquierda, movimientos sociales y mucha “gente suelta” que sufre los aumentos diarios de precios y que ya mostró su bronca con cacerolazos espontáneos en muchas ciudades del país.
El peronismo, a su vez, está ante otra oportunidad en la que debe reinventarse después de una derrota electoral y buscando líderes que comanden esta transformación, mucho más rápido que lo que se esperaba. Por lo pronto, acompañarán en la calle el reclamo de los gremios y se plantarán en el Congreso para oponerse al decreto de necesidad y urgencia y al megaproyecto de ley.
El sector más amigable de la oposición muestra como éxito los cambios que obligó hacer al Gobierno en muchos artículos del proyecto ómnibus, pero aún es un final abierto en temas claves como el de las jubilaciones. Además, sus dos figuras más importantes, Miguel Ángel Pichetto y el radical Rodrigo de Loredo, están enfrentando problemas para mantener alineados a los diputados de sus espacios y que ayuden a aprobar el megaproyecto de ley modificado.
Y en el medio la economía, con precios que no dejan de aumentar y un dólar que aumenta la brecha y pronostica una futura devaluación. Esto último, un problema central para el Gobierno.
En estas horas, los aliados del Gobierno estudian los cambios que Javier Milei aceptó en la ley ómnibus tras las negociaciones con Martín Menem y Santiago Caputo. El principio de acuerdo llegó después de intensas jornadas de negociación parlamentaria y, si bien hubo avances que se mostraron en un borrador que circula por los bloques, aún queda mucho por definir antes de llegar al recinto.
El objetivo del oficialismo es emitir dictamen el martes y darle media sanción entre jueves y viernes en Diputados, para comenzar cuanto antes el debate en el Senado.
Lo que ya trascendió es que el Gobierno ya acepta la idea de tan solo un año de facultades delegadas, más otro prorrogable. Y además con restricciones, ya que se eliminan las delegaciones en materia de defensa, social, previsional y sanitaria.
Las retenciones, en tanto, tendrán bajas y más límites para el Gobierno. Este es uno de los grandes temas para los gobernadores y de un posible conflicto con los productores agropecuarios.
La privatización de YPF fue descartada y no formará parte de la extensa nómina de 41 empresas públicas que podrían ser vendidas a privados. Lo mismo ocurriría con el Banco Nación y ARSAT.
Sobre la reforma política, quedaron descartadas la implementación del sistema de circunscripción uninominal y la modificación de la composición de la Cámara de Diputados. La eliminación de las PASO podría trasladarse para más adelante.
Sin duda el mayor foco de conflicto está en la movilidad jubilatoria. El Gobierno propuso eliminar la actual fórmula y otorgar aumentos discrecionales. La oposición, incluso la amigable, rechaza de plano esta posibilidad. Por eso se abren dos posibilidades. Una es dejar la norma existente para discutirla más adelante o cambiar el mecanismo de actualización para que esté atado a la dinámica inflacionaria.
En el Gobierno confían en que el proyecto saldrá aprobado con esos cambios, pero en el Congreso se relativiza ese optimismo.
Una señal de alarma para Milei fue que, a contramano de lo acordado De Loredo, la Convención Nacional de la UCR le pidió a sus diputados que vayan al recinto con dictamen propio y calificó a la iniciativa de “improvisada y antidemocrática”.
A su vez, los diputados cordobeses y los socialistas que integran la bancada de Pichetto también quieren seguir el camino de los radicales rebeldes.
¿Cómo afrontará Milei un fracaso en el Congreso? Todo apunta a que le eche la culpa a “la casta política y los legisladores corruptos” de frenar los cambios y provocar más ajustes y sufrimientos a la población. Otra posibilidad es la de subir la apuesta y llamar a una consulta popular sobre estas leyes. Apuesta a todo o nada. Si pierde quedará al frente de un gobierno tambaleante y deslegitimado por la sociedad.
¿Asumirá ese riesgo Milei?
Este peligro es algo que temen los propios liberales. El historiador italiano y reconocido liberal Loris Zanatta, estudioso de la problemática argentina, señaló esta preocupación este fin de semana en un extenso reportaje en Radio Mitre.
“Mi terror es que Milei le termine haciendo un daño enorme a las ideas liberales”, advirtió. Lo trató como un fanático que dijo “burradas” en el encuentro de Davos, “un papelón” desde lo histórico y político. “Milei se comporta como un superautoritario. No encuentro la democracia, la tolerancia, el pluralismo en su discurso y esos son valores de occidente que él dice defender”, agregó.
Una semana que arranca con desafíos fuertes: en la Casa Rosada, el Congreso y en la calle. Días que pueden definir el futuro del país.
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