Por diferentes razones (clima, guanacos, depredadores, falta de créditos, etc.), producir en algunos lugares de la Patagonia, especialmente de Santa Cruz, se ha convertido en una quimera (si no quieren ser exagerados, digamos, en una tarea bastante riesgosa). Incluso producir ovinos, que es lo que más y mejor puede hacerse.

En este contexto, hace años se viene diciendo que una buena opción es la suplementación en momentos puntuales a las madres y/o a los corderos para pasar los peores momentos de la mejor manera y quedar mejor pertrechados para lo que viene (sea quedar preñada nuevamente, sea crecer y producir lana y carne). Pero el problema que surge cuando se piensa en suplementar es económico. ¿Cómo van a hacer productores pequeños o medianos para costear el armado de silos, comederos, mixers y traer la comida desde varios kilómetros hacia acá? Esa montaña imposible de escalar hace que muchos ganaderos sepan de lo bueno que podría ser, pero se queden en eso.

Para ellos está pensado el bloque nutricional con melaza que el INTA viene trabajando hace unos años, fácil de armar, sin más infraestructura que una mezcladora común y simple de ofrecer a los animales. ¿Sus beneficios? Mejora la digestibilidad del forraje consumido, aporta energía, proteínas de origen vegetal y urea, cubriendo requerimientos minerales y vitaminas de animales en pastoreo.

El instituto propició ensayos en Potrok Aike (el propio campo experimental) y la estancia Monte Dinero, donde participaron alrededor de 100 animales (50 suplementados y 50 en el grupo testigo), y en Punta Loyola (50 animales suplementados y 200 testigos).

“En el primer ensayo de borregas en Potrok Aike, consumieron 8 gramos por animal día de bloque y la ganancia no fue significativa debido a que lo animales no estaban bien acostumbrados al consumo del bloque”, describió Rodrigo Gallardo, especialista en producción animal del INTA Santa Cruz. Y agregó: “En la estancia Punta Loyola, donde los consumos del bloque fueron alrededor de 28 gramos por animal día, la ganancia de peso a favor de los suplementados fue de 2 kilos por encima del testigo. Mientras que en la estancia Monte Dinero los consumos superaron los 35 gramos por animal por día y alcanzaron los 3 kilos por encima del testigo”.

En Potrok Aike, el segundo ensayo con bloques registró un aumento del peso vivo de 4 kilos, mientras que los animales del grupo testigo bajaron 2 kilos de peso vivo. Gallardo señaló que “la condición corporal en ovinos no aumentó tanto, pero en el peso vivo la diferencia es notable, hemos obtenido resultados de seis kilos de ejemplares suplementados por sobre los no suplementados”.

Otra experiencia

Entre agosto de 2021 y febrero de 2022, Sebastián Apesteguía (actual titular de la FIAS -Federación de Instituciones Agropecuarias Santacruceñas-), quien hace dos décadas se hizo cargo junto a sus hermanos del establecimiento familiar La Rufina, hizo su propia experiencia. Allí usan merinos multipropósito (MPM). “Fue un trabajo entre INTA, nosotros y el IPG (Instituto de Promoción de la Ganadería) -que cubrió parte de los insumos-“, la idea era “medir el impacto que tenía el uso de bloques nutricionales“, contó Apesteguía a Santa Cruz Produce.

En el campo de Apesteguía se usó un bloque diferente a lo que usó Gallardo. En este caso un activador ruminal casero, suplemento energético proteico (soja, maíz, melaza, urea, cal y agua) de fabricación manual (en el caso de Gallardo es un bloque comercial de melaza y urea).

El productor recordó que, a diferencia de lo que estaban sufriendo otras regiones de la provincia, en ese campo las lluvias habían sido buenas. “Se compararon dos cuadros y en señalada no hubo diferencia, quizás algo que se note más en un año de mayor restricción climática, pero sí destaco dos cosas importantes: el peso del cordero al destete, que en el campo suplementado dio 5 kilos más de peso vivo (diferencia de 22 a 27 kg.) y la condición corporal de la madre, que aumentó medio punto, y para nosotros es importante en una escala del 1 al 5″, apuntó el productor.

Ventajas

Entre las principales ventajas del uso de estos bloques, Gallardo señaló que se trata de una “herramienta de suplementación práctica, segura y eficiente y de bajo costo operativo, debido a que no necesita comederos, mixers o tractores para su uso”. Además, “el alto contenido de azúcares proveniente de la melaza proporciona un importante suministro de energía fermentable por la microflora del rumen, lo que mejora la digestibilidad del forraje”.

Por otro lado, el grado de dureza y resistencia a la humedad garantiza que el animal lo consuma lamiéndolo y además soporta las lluvias o inclemencias del clima sin absorber la humedad, garantizando un consumo estable, seguro y regulado.

“Gracias a las características del producto, el bloque puede ser utilizado como un suplemento de la dieta durante todo el año“, señaló el investigador. Puntualizó que “como el envase utilizado es 100% biodegradable por el medioambiente, no es necesario recoger plásticos o envases”.

Sobre la posibilidad de stockearse, Apesteguía marcó que uno de los temas en los que se sigue trabajando es en evaluar la durabilidad, dado que actualmente en una semana a diez días se empieza a solidificar. En tanto, compartió que estos bloques surgieron para apuntalar déficits en la nutrición durante momentos puntuales, no como para engordar animales, y permiten que las ovejas digieran mejor pasturas de baja calidad, “trabajan sobre el rumen del animal”.

Vale decir que también se comenzó a trabajar el último tiempo con bovinos en la zona de El Calafate, con dos productores locales. Uno de los objetivos es promover la mejor digestibilidad de la pastura disponible.

Los resultados obtenidos en vacas preñadas un mes antes del parto fueron por encima de los ovinos, alcanzando medio punto de condición corporal, 100% de vacas paridas, con consumos de bloques multinutricionales de más de 400 gramos por animal al día, logrando un consumo muy parejo de la pastura de agropiro que se encontraba encañada (muy baja calidad).

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