Exultantes, el domingo por la noche quienes colmaron el búnker de Javier Milei cantaban el ya célebre “que se vayan todos, que no quede ni uno solo”. Consigna nacida al calor de la crisis del 2001 que llevó a la caída de un gobierno, la seguidilla de presidentes provisionales que duraron apenas días y la llegada dos años después de uno con apenas el 21% de los votos. Ya forma parte de nuestra historia. Pero no es casual que dos décadas después se instale la consigna para vitorear a un sorpresivo ganador de las PASO.
Ningún partido, ningún dirigente político tenía en aquella crisis la confianza del pueblo. Hoy ocurre algo similar, pero surgió una singular figura que hizo del rechazo a la política tradicional su fortaleza. En Milei tomó cuerpo el “que se vayan todos”. Y pocos creyeron en lo potente de ese reclamo popular.

Como se está viendo en otros lugares del mundo, la rebeldía ante la crisis de los partidos burgueses tradicionales tiene su válvula de escape por la derecha y no por la izquierda. Pero este tema da para un análisis más profundo y que, hoy por hoy, no está en discusión en la Argentina.
El triunfo de Milei en las PASO provocó un cimbronazo en todo el arco político y empresario argentino. Y arrancó la relectura de una realidad social y política en el país, al mismo tiempo que se cambian las estrategias de oficialismo y oposición de cara a octubre.

Sería ingenuo y simplista pensar que el apoyo en las urnas al libertario es solo un voto bronca, en quienes apostaron por él también hay esperanza. La que para ellos no les daban los otros candidatos. Como señalaban a los movileros algunos de sus votantes: “Ya probamos con todos y así estamos, así que ahora hay que darle una oportunidad a algo distinto”. En este razonamiento hay muchas demandas no satisfechas en la sociedad, un pedido de ayuda que la clase política tradicional no entendió. ¿Milei sacará derechos laborales, de educación y salud? “Y si ahora todo eso está mal, probemos otra cosa”, contestan.
Ante una realidad que golpea duro no alcanzan análisis y razonamientos sobre la posibilidad de que siempre se puede estar peor. Como insiste el ecuatoriano Jaime Durán Barba, hoy en el voto hay una alta cuota de lo emocional.
Y por eso tanto Sergio Massa como Patricia Bullrich deben apelar a lo emocional en esta nueva campaña, además de presentar un programa a futuro que ilusione al descreído. Entender y no criticar a quienes le dieron la espalda. Si no pueden “enamorar” al menos hacerse “queribles” o al menos “aceptables” frente a la incertidumbre que para muchos representa un gobierno de Milei.
Ocurre que cuando se sale del shock que provocó el triunfo de Milei se puede leer en el escrutinio que los tres candidatos quedaron a dos puntos de diferencia, por lo que no hace falta una suma muy grande para meterse en la pelea.
Tras las PASO, algunos empresarios se manifestaron temerosos por un escenario imprevisible tras el virtual triple empate y los riesgos de un gobierno libertario en extremo. Un ajuste fuertísimo –“más que el que propone el Fondo Monetario”, asegura Milei-, que arroja muchas dudas sobre el futuro escenario social y sindical.
Ante el hasta ayer silencio de Alberto Fernández y, sobre todo, de Cristina Fernández de Kirchner, quien resurgió sonriente y autopercibiéndose ganador fue Mauricio Macri. Derrotó a su principal enemigo interno que era Horacio Rodríguez Larreta, quien lo “jubiló” de antemano, al menos así lo vivió con dolor Macri. Apostó en la interna a Bullrich y ganó y ahora tiende puentes con Milei. Quizá el libertario fue, durante la campaña, quien mejor habló de Macri. Increible pero real.
¿Macri será el gran asesor en las sombras de un gobierno de Milei? ¿Poderosos empresarios ven en el ex presidente alguien de confianza que co-gobierne con Milei y lo aleje de posiciones extremas que generen rápidos conflictos en las calles?
Este fin de semana Milei admitió en una entrevista radial que, de ganar, le dará a Macri un cargo, “una figura por encima de la Cancillería y demás, creo que es alguien que puede representar al país en el mundo“.
Como décadas atrás se cantaba “Cámpora al gobierno, Perón al poder”, algunos sueñan hoy con un “Milei al gobierno, Macri al poder”. En definitiva, un bloque fuerte de derecha que trate de asegurar gobernabilidad.
Todo está abierto para octubre pensando en los millones de descreídos que no fueron a votar y quienes son ahora el botín que se van a disputar los tres candidatos. Final abierto, con votantes en los que hay mucha bronca y en los que hay que sembrar esperanza.
Leé más notas de Jorge Cicuttin
Compartir esta noticia
Dejanos tu comentario