Por Graciela Moreno
No quedó ni una huella de Guido’s Bar, el emblemático bodegón que se convirtió en La mía vita.
Cerró sus puertas uno de los lugares más emblemáticos de Palermo. Fue desalojado y tapiado al instante. Comenzó a principios de los ’80 como un bar donde paraban taxistas y de a poco se transformó en Guidos’s Bar, un lugar de culto visitado por famosos, deportistas y empresarios. No había carta, su dueño Carlos Sosto atendía a los clientes y les servía lo que él quería. La pandemia fue una etapa dura, Sosto decidió cerrar todo y alejarse y dos de sus empleados más antiguos José y Ernesto Escobar se hicieron cargo y lo rebautizaron La mía vita, el legado de Guido’s Bar. Un año después de hacer una gran inversión, fueron desalojados, sin ser notificados y el lugar fue tapiado con mercadería y mobiliario que no llegaron a sacar. Doce familias perdieron el trabajo.
Guido’s Bar era un lugar mágico ubicado en República de la India 2843, frente al Zoológico, hoy Ecoparque. Sus paredes estaban llenas de camisetas, banderines, fotos de actores, lucecitas de colores y un televisor encendido con algún partido de fútbol. Todos pasaron por sus mesas, Guillermo Cópola y Diego Torres tenían su mesa asignada. Charly García era un infaltable, cuando iba el Indio Solari se cerraban las puertas para que pudiera estar tranquilo. Iban Joan Manuel Serrat, Joaquín Sabina, Gastón Gaudio, David Nalbandian, Marcelo Tinelli, Juan Forn, Palito Ortega, Ivan Noble, Julieta Ortega, Guillermo Vilas, Graciela Borges, Juan Cruz Bordeaux, Martín Roig, el representante de fútbol Diego Merino, Juan Emilio Guidobono, la lista es interminable.

En la época de Carlos Sosto, los comensales se sentaban y no sabían ni que iban a comer ni cuánto iban a pagar. A los pocos minutos, comenzaban a desfilar platitos y antipastos, previos a la clásica pasta al dente italiana. Cuando en 2019 se convirtió en La mía vita, mantuvo casi intacto el espíritu de Guido’s Bar, pero incorporó la posibilidad de poder pedir a la carta opciones de carne y pescado, no sólo pastas. No todo era tan informal, la cuenta ya no llegaba en un papelito, se podía pagar con tarjeta. Los hermanos Escobar invirtieron todos sus ahorros para sostener el lugar. Nunca imaginaron que de un día para el otro serían desalojados sin haber recibido antes ni una sola notificación, según aseguran.
“El desalojo fue un violento golpe para nosotros, tuvimos menos de 24 horas para sacar las cosas y nos quedó la mercadería, la campana, el aire acondicionado, no llegamos. Hace 32 años que yo trabajaba ahí, desde los 16, tengo 48. Casi toda mi vida, fui ayudante de cocina, mozo, de todo. El dueño se fue porque no podía sostenerlo y tenía deudas. Hicimos un acuerdo mutuo por el fondo de comercio y decidimos invertir todo lo que ganamos en nuestra vida. Nos confiamos, pagábamos el alquiler sin contrato porque no les había salido la sucesión. Venía Silvana Veronelli y le pagábamos en efectivo, también Aysa y el ABL. Trabajamos normal hasta la semana pasada, el viernes nos fuimos enterando. El lunes tuve que suspender una cena para 35, era la despedida de un querido cliente Tomás que se iba a vivir afuera. Se presentó un tipo con una orden de desalojo y empezó el calvario, tuvimos que desvalijar el negocio. Es todo muy injusto, no sabíamos nada, nos enteramos horas antes”, contó a BAE Negocios, José Escobar.

Los vecinos se enteraron cuando los vieron desesperados, angustiados, sacando lo poquito que se pudieron llevar. La bronca y la tristeza es tremenda. Encima enviaron a un hombre a tapiar todo el frente, no les importó las herramientas de trabajo y los alimentos que quedaron adentro. Sobre esas tapias nuevas, los vecinos que los conocen de toda la vida, empezaron a dejar mensajes, cartas y hasta flores.
El primero en dar la voz de alerta en redes sociales fue el reconocido ambientador Martín Roig. En su Facebook publicó: “Es un día muy triste para nuestro barrio, mi calle. El famoso Guido’s Bar fue tapiado, su persiana soldada con un nivel de violencia pocas veces visto”. Roig contó a BAE Negocios: “Vivo en este barrio desde niñito, Guido’s Bar fue un famoso bar de taxistas que se transformó en un lugar emblemático, muy de culto e interesante. Me da mucha pena por José, su hermano y el resto de los trabajadores. Es una pérdida irreparable para todos, pero ellos hicieron una inversión muy grande, lo remodelaron, no sabían que tenían en la espalda la espada de Damocles. No pudieron ni prepararse para frenar esto. Los desalojaron y a las pocas horas hicieron paredes, soldaron las persianas, no es normal eso. No es justo. Se nos fue un lugar con mucha identidad, que sus trabajadores lo habían profesionalizado en La mía vita. Iban famosos, empresarios, pero todos relajados, mientras en otros lugares estaban en otro trip. Llevé muchos extranjeros y todos salían fascinados. Estoy shockeado”.
La abogada de los trabajadores es Patricia Martínez Valarino, su socia que es habitue está de viaje, le pidió que los ayude. “Me parten el alma son recontralaburadores, me llamaron 24 horas antes del desalojo, apenas se enteraron. No fueron notificados, la demanda invoca una personería ilegítima, no dicen que es una sucesión. Tenían un contrato de palabra, pagaron seis meses de canones locativos. Pedí una medida cautelar, que quede sin efecto el desalojo hasta que se resuelva la cuestión de fondo, quién es el dueño y pedí la habilitación de la feria judicial”.
La noticia se compartió en redes sociales. Los vecinos empezaron a desfilar por la puerta de Guido’s Bar para despedirse. Algunos se paran, lo miran y se secan las lágrimas. Otros llevan flores y dejan cartas. Moniquita y León dejaron una carta y una flor en la cortina: “Muy triste está mi barrio hoy, no se merecían este nivel de violencia. Los vi nacer, 35 años de mi vida se van aquí. Somos familia y lo seguiremos siendo. Los seguiremos a donde vayan, Lo mejor, lo van a encontrar. Gracias por tanto, Ernesto, José, César, Ari. Los quiero. Gracias eternas, esto no termina aquí”. Rodo y Tomi dejaron un cartel: “Los vamos a extrañar”.
@nanabuzios les escribió en IG: “@lamiavitapalermo y ahora yo que hago sin mi casa? Sin mi familia que son ustedes?”. Nadie tiene consuelo, ni los trabajadores , ni los vecinos, ni los amigos de la casa.
Fuente: Bae Negocios
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