Las proyecciones del sector minero para los próximos diez años son altamente promisorias y el cobre, fundamentalmente, es el que explica las cifras más importantes. Todos son proyectos de gran escala y requieren inversiones millonarias para su puesta en marcha. Según un informe de coyuntura de la Secretaría de Minería de la Nación, los proyectos Pachón y Los Azules en San Juan y Taca Taca en Salta sumados representan el 66% de los recursos y reservas totales de cobre en Argentina.

La construcción y puesta en marcha de los tres demandarán más de USD 10.000 millones, la mitad de la inversión total proyectada en todo el sector minero para la próxima década. Pero, hay escollos para que esos emprendimientos puedan desarrollarse.

De acuerdo con el documento oficial, en Argentina además de los proyectos de cobre que están en etapa de factibilidad como Taca Taca, Los Azules, Pachón y Filo del Sol, se enlista uno en exploración avanzada que es Altar (todos, salvo el primero que es salteño, se ubican en San Juan); otro en prefactibilidad es el proyecto Mara (en Catamarca), que se plantea como un empalme al cierre de Bajo de la Alumbrera y que podría aprovechar la infraestructura existente asociada con la exmina, hoy en desuso, para su desarrollo y operación, y otro mencionado es el proyecto San Jorge en Mendoza.

Para Minería, “las exportaciones proyectadas de estos 8 proyectos podrían más que duplicar el valor exportado por todo el sector minero en su conjunto, en su mejor año. Es decir, Argentina tiene la posibilidad de crecer exponencialmente en términos de cobre”.

En 2022, un hito encendió la mayor expectativa para el sector: se aprobó el Informe de Impacto Ambiental (DIA, por las siglas de Declaración de Impacto Ambiental) para el proyecto Josemaría, otorgado por la autoridad minera de San Juan a la empresa canadiense Lundin Mining, se amplió el entusiasmo de todo el arco minero nacional a punto tal que hasta la Secretaría de Minería de la Nación llegó a anunciar el inicio de la construcción de la mina, que se estima demandará USD 4100 millones.

Pero, la construcción propiamente dicha no comenzó hasta el momento y, en un reporte de la firma a fines de 2022, se aclaró que “se realizan trabajos de revisión de los costos de capital para entregar un reporte técnico actualizado hacia la segunda mitad de 2023”.

Los tres proyectos de cobre más importantes requieren USD 10 mil millones

En ese sentido, desde la compañía confirmaron los objetivos para el corto plazo: “Nuestra meta para este año es tratar de concluir con la revisión de ingeniería que requiere el proyecto y luego avanzar hacia una etapa de financiación”, confirmó el VP de Asuntos Corporativos de la firma, Alfredo Vitaller, en una conferencia de prensa virtual que se realizó al cumplirse un año de la aprobación de la DIA.

Para el sector minero, el potencial inicio de Josemaría no sólo se remarca por su avance en cuanto a los procesos previos a la fase de construcción propiamente dicha, sino porque se estima que su efectiva puesta en marcha podría traccionar otros proyectos del país.

Para poner en contexto, las previsiones de actores del sector indicaron que la demanda de cobre a nivel mundial para el 2030 aumentará a 33 millones de toneladas. Esto ocurre porque las nuevas tecnologías vinculadas con las movilidad eléctrica y las energías renovables como vehículos eléctricos, turbinas eólicas, paneles solares, etc. necesitan de minerales para poder funcionar y, entre ellos, el cobre tiene un amplio protagonismo, debido a sus altas tasas de conductividad eléctrica y por su ductilidad y maleabilidad. Este salto implica que será necesario incorporar 35 proyectos de cobre de dimensiones similares a las de Josemaría.

La demanda mundial de cobre hacia el 2030 llegará a 33 millones de toneladas

No hay que perder de vista, de todos modos, que se trata sólo de estimaciones; es decir, el contexto geopolítico global acompaña y las reservas minerales están probadas, en muchos casos se trata de proyectos con la factibilidad económica hecha e incluso con permisos ambientales aprobados, pero para poner en marcha una nueva mina se requiere de la alineación de muchas otras variables de índole político y social, además de las que tienen que ver con cuestiones financieras o regulatorias.
Pascua Lama en San Juan es un gigante de cobre que llegó a tener grandes avances, incluso se realizó una inversión millonaria en una planta de proceso, pero ya no está en carpeta. El freno llegó desde el lado chileno, ya que se trataba de un proyecto de desarrollo binacional con el país trasandino.

Barrick, la empresa canadiense a cargo de la iniciativa, evaluó en su momento la factibilidad de continuar sólo con Lama, que es el brazo argentino del emprendimiento, pero no alcanzó: la parte chilena resultaba determinante para que entre en funcionamiento. Esa decisión significó un deterioro patrimonial para Barrick de USD 296 millones. No obstante, más que el dinero perdido, lo que genera frustración entre mineros y, puntualmente, para los sanjuaninos es ver cómo se diluye el designio que aseguraba que ese desarrollo iba a servir de empalme con el cierre de Veladero.

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