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El arbolito de Navidad es mucho más que una decoración; es el símbolo central de las celebraciones de fin de año en los hogares argentinos. Desde su armado el 8 de diciembre, Día de la Inmaculada Concepción, hasta su desarme en enero, el arbolito reúne a las familias y crea un espacio de alegría y esperanza.

Pero, ¿cuál es el momento indicado para desarmarlo? Aunque no hay una regla estricta, la mayoría de los argentinos elige quitar las decoraciones tras el paso de los Reyes Magos, el 6 de enero. Este día, que recuerda la llegada de Melchor, Gaspar y Baltasar para adorar al Niño Jesús, marca el cierre del período navideño en la tradición cristiana.

Muchas familias que se van de viaje entran entran en la dicotomía de desarmar el árbol de Navidad antes de irse de vacaciones o al regresar de ellas.

¿Por qué el 6 de enero?

El Día de Reyes no solo celebra la entrega de oro, incienso y mirra al Niño Jesús, sino que simboliza la Epifanía, un momento clave en el cristianismo. Según el Evangelio de San Mateo, los Reyes Magos, guiados por la estrella de Belén, reconocieron a Jesús como el Rey de Reyes.

En muchos hogares, el arbolito sigue siendo el lugar donde los niños encuentran los regalos que dejaron los Reyes Magos. Por eso, desarmarlo después de este evento permite completar el ciclo de festividades.

Alternativas: el 8 de enero y la costumbre de los 30 días

Otra práctica común en Argentina es desarmar el árbol el 8 de enero, exactamente un mes después de su armado. Esta costumbre está vinculada a la idea de mantener las decoraciones durante un período simbólico de 30 días, que coincide con el tiempo que suele durar la temporada navideña.

El origen del árbol de Navidad

La tradición del árbol de Navidad tiene raíces antiguas en las culturas nórdicas y celtas, que decoraban robles con frutas y velas durante el solsticio de invierno. De esa forma, buscan de alguna forma “reanimarlos” y asegurar que florecerían durante el verano siguiente. Por eso, el Árbol de Navidad es considerado como una adaptación del árbol de la vida y hasta del universo.

Esa tradición surge de la mitología nórdica, es conocido como Yggdrasil y -en gran medida- representa la cosmovisión de los pueblos en el norte de Europa. En la Antigüedad, también se lo conocía como Frey y era usado para celebrar el nacimiento del dios del Sol y la fertilidad.

Se cree que, durante el siglo VIII, San Bonifacio decidió cortar uno de estos árboles en la localidad alemana de Hesse para que se terminara con la adoración de los dioses que, desde el punto de vista del cristianismo, eran paganos, ya que era una época marcada por la evangelización de Alemania. En su lugar, colocó un abeto al considerarlo más apropiado para el culto cristiano.

Con esta acción, buscaba simbolizar el amor de Dios. Para ello, lo adornó con manzanas, que representaban el pecado original; y con velas, en alusión a la luz de Cristo. Con el tiempo, esas manzanas y las velas se transformaron en luces y bolitas, tal como luce un árbol de Navidad actual. Después se añadieron las guirnaldas y los adornos caseros.

Con la llegada del cristianismo, esta costumbre fue adaptada para conmemorar el nacimiento de Jesucristo. En Argentina, el árbol navideño comenzó a popularizarse en 1807 y se estableció como una tradición familiar.

El árbol como símbolo de unión y gratitud

Más allá de su origen religioso, el árbol de Navidad es un elemento que une a las familias argentinas. Su armado y decoración representan momentos compartidos, ilusión y gratitud por el año vivido.

“Es una actividad que pasa de generación en generación, un espacio para dar gracias y renovar los deseos para el próximo año”, explican especialistas en tradiciones culturales.

¿Y si no desarmás el árbol de Navidad?

Aunque el 6 o el 8 de enero son las fechas más comunes para desarmar el arbolito, algunas personas deciden dejarlo por más tiempo. Sin embargo, en el simbolismo cristiano, mantener el árbol armado más allá de este período podría interpretarse como un olvido del cierre de las festividades.

Una tradición viva

El árbol de Navidad es un testimonio de cómo las tradiciones evolucionan y se adaptan, pero siguen manteniendo su esencia de unión y celebración. Ya sea que elijas desarmarlo el Día de Reyes, el 8 de enero o en otra fecha, lo importante es el significado que tiene para vos y tu familia.

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