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En un país donde el fútbol se respira en cada rincón, las historias de chicos que forjan su camino desde el barrio hasta el fútbol federado se repiten y conmueven. Pero cuando ese recorrido nace en el frío sur argentino y termina, al menos por ahora, en el caluroso norte, el relato se vuelve aún más especial.
Ese es el caso de Agustín Azúa, joven de Río Gallegos que con apenas 20 años emprendió un viaje que trasciende lo geográfico: es el viaje de sus sueños, de su crecimiento como futbolista y de su proyección personal.
“Empecé desde muy chiquito en Caleta“, contó el propio Agustín en diálogo con Radio LU12 AM680. Así comenzaba a relatar una historia que se construyó a base de sacrificio y pasión, en los potreros y canchas de Santa Cruz.
Tras un primer paso en Independiente de Río Gallegos en divisiones menores, la vida lo llevaría a una etapa clave: su llegada al Club Espartano, un equipo formado en el barrio junto a sus amigos. Allí, bajo la conducción de Luis Chacón, empezó a destacarse en el fútbol de la Liga de los Barrios.
Su talento lo llevó a jugar en quinta, cuarta y Primera División dentro del fútbol barrial. Fue en esa etapa donde su nombre comenzó a sonar con fuerza, logrando el ascenso a la C con Espartano, y despertando el interés de clubes del fútbol federado.
El llamado llegó desde uno de los históricos de la ciudad: Boxing Club. Leonardo Mata, presidente de la institución, no dudó en sumarlo a sus filas. Así fue como Azúa dio su primer gran salto, compitiendo en las divisiones formativas de Boxing y sumando minutos en la Primera.
“Siempre jugué de volante central, de cinco. Desde chico me sentí cómodo en esa posición“, explicó el joven futbolista, que destaca por su despliegue y entrega en la mitad de la cancha.
Pero el destino le tenía preparado otro desafío: dejar su tierra natal para probar suerte bien lejos, en Formosa. Gracias al contacto de “Kike” Martínez, el Club 8 de Diciembre, participante de la Liga Formoseña, buscaba un mediocampista con sus características. Así fue como se concretó su llegada a préstamo por una temporada.
Desde Formosa, donde se encuentra entrenando y observando a las divisiones inferiores del club, Agustín no se olvida de sus raíces. “Todo esto es gracias al esfuerzo y al apoyo que siempre tuve en Río Gallegos. Estoy muy agradecido con Espartano, con Luis Chacón, con Boxing y con todos los que me ayudaron“, sostuvo.
La AIFB y la comunidad futbolera de la capital acompañan este presente con orgullo, sabiendo que el camino de Agustín recién comienza. Desde el frío sur hasta el calor norteño, su historia es un recordatorio de que los sueños, cuando se persiguen con pasión, no conocen de distancias ni de fronteras.
En definitiva, Agustín es mucho más que un jugador de fútbol: es un embajador del esfuerzo y la perseverancia de cientos de jóvenes que en cada rincón del país sueñan con escribir su propia historia.
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