Luego de varios meses de ausencia, en los que se enfrentó a un cáncer de cuello de útero, el 1° de mayo de 1952, en el Día de los Trabajadores, Eva Duarte de Perón reapareció en un acto masivo en el que les habló a sus “descamisados”.

El discurso de Evita desde el balcón de la Casa Rosada fue en cierto modo su despedida. Con su voz ronca, grave, quebrada y con muestras de dolor, la primera dama se mostró en público por una última vez.

Esa mañana del 1 de mayo, Evita había llegado al Congreso, donde Perón inauguraba el 86° Período Legislativo, y fue recibida por una bulliciosa ovación.

Por la tarde, se celebraba la Fiesta del Trabajo, una tradición hoy olvidada, pero que en esa época formaba parte de la liturgia peronista. La Plaza de Mayo estaba repleta de gente que quería verla y escucharla; todos llegaban desde los cuatro puntos cardinales del país, muchos desde zonas muy lejanas. Tras el discurso del secretario general de la CGT, José Espejo, Eva Perón tomó el micrófono a las 17:45, luciendo su chaqueta gris y una blusa roja.

La referente popular se posicionó en los balcones de la Casa Rosada y expuso frente a los tres micrófonos: “Yo, después de un largo tiempo que no tomo contacto con el pueblo como hoy, quiero decir estas cosas a mis descamisados, a los humildes que llevo tan dentro de mi corazón, que en las horas felices, en las horas de dolor y en las horas inciertas siempre levanté la vista a ellos”.

“Ellos son puros y por ser puros ven con los ojos del alma y saben apreciar las cosas extraordinarias como el general Perón”, dijo frente a la multitud emocionada y sentenció: “Yo quiero hablar hoy, a pesar de que el general me pide que sea breve, porque quiero que mi pueblo sepa que estamos dispuestos a morir por Perón”.

De esta manera, se mostró ante miles de personas con la misma energía de siempre, que escondía la imagen de un cuerpo frágil y consumido. La situación era tan complicada que en más de una ocasión, el propio Juan Domingo Perón debió sostenerla desde de la cintura con sus dos manos.

Esas fueron las últimas palabras que dirigió al pueblo en un acto masivo.

Eva Perón murió menos de dos meses después, el 26 de julio de 1952.

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