La Argentina sufre un brote inédito de dengue. Son cientos de miles los infectados y más de cien los muertos. Las guardias de hospitales y sanatorios privados están colapsadas. En algunas provincias del norte del país la situación es alarmante. Y para peor, la continuidad de lluvias y calor en gran parte del país anticipan que el mosquito transmisor del dengue continuará activo a lo largo de abril. La situación es de extrema gravedad.

Y ante este panorama, el Estado nacional está ausente.

Ese “Estado enemigo” que caracteriza el presidente Javier Milei no aparece en escena, se corre y le deja el tema a los mandatarios provinciales e intendentes.

No es su problema.

La forma de actuar del Gobierno nacional ante el grave problema del dengue es un buen ejemplo del lugar que debe ocupar el Estado para Milei.

Hoy no se ve una sola publicidad o algún funcionario yendo de forma sistemática a hablar de este tema. No hubo una sola campaña de concientización. ¿Alguien vio al ministro de Salud o alguno de sus funcionarios en los medios comunicando cómo prevenir el dengue? No existe el dengue para ellos.

Lo contrario ocurre, por ejemplo, con los gobiernos de la Ciudad de Buenos Aires y de la Provincia de Buenos Aires. Alarmados por el tema. Pero nada reciben de la Nación.

La Comisión Nacional de Inmunizaciones (Conain) recomendó al Ministerio de Salud de la Nación que avance en la implementación de una campaña focalizada de vacunación contra el dengue. Recomiendan una estrategia de cuatro puntos focalizada por jurisdicciones y grupos etarios.

La negativa oficial de boca del vocero Manuel Adorni -¿alguien le conoce la voz al ministro de Salud, Mario Russo?-, sobre el tema vacunación se mantiene inflexible.

Manuel Adorni, vocero presidencial.

El que se pueda pagar la vacuna que lo haga. El que no, que espere la llegada del frío.

A la situación se le suma la escasez de repelentes en las góndolas de supermercados y farmacias. El Estado nacional tampoco hace algo sobre el tema.

Es el país dengue. Así se entiende hoy al Estado.

El Gobierno no tiene como foco de atención al dengue. Hay otras cifras que mira con preocupación. O al menos debería hacerlo.

Se está cerrando un trimestre con cifras en rojo. Si bien la inflación tiende a bajar, los números de la recesión, pérdida de empleos y caída del consumo, vuelven difícil pronosticar cuando se producirá el inicio de la recuperación.

Datos que aportan los informes de entidades empresarias:

  • La industria manufacturera pyme se retrajo 9,9% en febrero.
  • En alimentos y bebidas la caída de producción entre las pymes fue de 14,6% en el primer bimestre.
  • La producción de acero crudo tuvo una caída del 20,6% en febrero. La caída de la producción de laminados fue aún mayor: 45,5% interanual.
  • En febrero, los despachos de cemento mostraron una caída del 10,8% respecto de enero último y una caída del 23,4% interanual.
  • El índice Construya, que mide las ventas de insumos para la construcción pasando de ladrillos a cerámicos y griferías, registró una baja del 26,6% interanual en febrero.
  • La Cámara Argentina de la Construcción precisa que hay 100.000 trabajadores que se quedaron sin empleo, en buena medida por la paralización de la obra pública.
  • El sector automotor registró en febrero una baja del 19,0% con respecto al mismo mes del año anterior.
  • En febrero, el Indicador de Consumo (IC) de la Cámara Argentina de Comercio y Servicios retrocedió 3,5% en la comparación interanual.

Preocupantes, pero nadie parece discutir que la inflación se encuentra decididamente a la baja. Claro que con el freno de mano de la brutal caída en los niveles de consumo y actividad.

¿Se tocó pido y ahora arranca el rebote? Muchos lo dudan. Más que una nueva devaluación del peso frente al dólar, lo que podría conspirar contra un hipotético arranque es el atraso cambiario

El país se ha convertido caro en dólares. Y no solo afecta el consumo, también desaparecen los incentivos para traer capitales.

En el terreno político, la situación no aparece mejor. La aprobación de la renovada Ley Ómnibus que en unos días llegará a la Cámara de Diputados dependen en gran parte de los acuerdos con los gobernadores. Y cuando se da un paso adelante en la negociación, un conflicto hace retroceder dos.

Sin siquiera aviso previo, según los gobernadores “dialoguistas”, el Ejecutivo resolvió cortar por decreto la transferencia de fondos para cajas jubilatorias a trece provincias.

La primera reacción d bronca surgió desde la administración radical de Santa Fe que advirtió que la provincia analiza recurrir a la vía judicial para frenar el recorte. La eliminación de las partidas también afectan a otras 12 provincias de distinto signo político: Buenos Aires, Chaco, Chubut, Córdoba, Entre Ríos, Formosa, La Pampa, Misiones, Neuquén, Santa Cruz, Tierra del Fuego y Corrientes.

Para terminar, la llegada de las facturas del servicio eléctrico empieza a incomodar incluso a los más fervientes seguidores del gobierno de Milei. Parece que el ajuste es alentado, siempre que lo pague el otro.

El periodista ultralibertario Alejandro Fantino no disimuló su malestar por la factura de luz que le llegó a la planta transmisora de su radio FM y dijo que cuando le llegue el doble de lo que tiene que pagar ahora es probable que no tenga más remedio que cerrar el medio. “¿Estamos perdiendo el trabajo en vivo?”, preguntó nerviosa la locutora del programa.

Otro seguidor de Milei, el reconocido estilista Fabio Cuggini también estalló contra el Gobierno por la factura de luz: “Nos fundimos”, advirtió. “Así nos fundimos las pymes! Me llegó la nueva factura de luz! La fiesta la seguimos pagando los ciudadanos de bien! $498.000 más retroactivo de $78.700 = $576.700.. FIN…”, escribió furioso el estilista en su cuenta de “X” (ex Twitter).

Datos preocupantes para un Gobierno que en estos últimos días solo muestra con orgullo el despido de miles de empleados contratados por el Estado y una baja en el índice de inflación.

¿Para cuánto alcanzará si no aparece rápido la luz al final del túnel?

Leé más notas de Jorge Cicuttin

Ver comentarios