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Una familia de Caleta Olivia que hace un tiempo decidió instalarse en la localidad de Los Cocos, perdió su casa por los incendios que afectan a la provincia de Córdoba.

Solo en cinco días, el fuego arrasó con más de 16.000 hectáreas y actualmente se concentra en tres zonas: Chancaní, Villa Berna y Punilla, donde hay más de un frente activo. Desde que se reavivaron las quemas la gente no duerme en estos lugares: saben que una ráfaga de viento alcanza para que cualquier chispa prenda los pastizales secos.

Eso fue lo que le ocurrió a Julio, un hombre oriundo de Caleta Olivia y que en pocas horas vio como las llamas se acercaban hasta su casa para destruirla por completo.

“El esfuerzo de muchos años se fue. Ahora tenemos que comenzar de nuevo y meterle para adelante, no podemos aflojar”, dijo Julio con la voz entrecortada al móvil de El Doce TV y relató como el viernes se convirtió en “un día infernal”.

“Me levanté a las 7 de la mañana, abrí la cortina y el fuego estaba en la montaña a unos 4 o 5 km. A las 7:30 se levantó un viento de 70 km y arrasó con todo, al mediodía esto ya era un caos”, añadió.

Según contó, a las 10 de la mañana los equipos de rescate evacuaron a todos los vecinos: “Yo agarre a mi perrita, la vecina vino conmigo y la llevé al refugio. Volví y me quedé a unos 100 metros porque no se veía nada, estaba oscuro como si hubieran apagado el sol”.

“Las llamas eran de unos 10 metros de alto. Estábamos con los bomberos y no se podía hacer absolutamente nada”, relató con lagrimas en los ojos y recordó: “Yo veía desde allá, me senté y me largue a llorar. Era un infierno esto. Las llamas volaban para el otro lado porque el viento era muy fuerte. El peor enemigo era el viento”.

En pocos minutos, Julio vio como el fuego destruyó la casa que había comenzado construir en enero de 2023 con sus propias manos y con los ahorros de toda una vida: “La empezamos con mi esposa, ella se tuvo que volver a Caleta Olivia y yo seguí haciéndola con mi hija, mi yerno y mi consuegro que venían a ayudar. Le dejé un sótano e hice una plataforma de madera. Era una casa de madera y se consumió todo, la base no sirve más, hay que hacerla toda de nuevo”.

Consultado sobre sus sensaciones al saber que se trató de incendios intencionales, señaló: “No puede ser que haya gente tan malvada, no solo daña a la naturaleza sino a cosas personales. Tienen que haber leyes más duras para que no haya gente así”.

Los focos que nacieron dentro del valle de Punilla en Capilla del Monte, San Esteban y Los Cocos en muchos casos fueron controlados por los bomberos. Pero el clima pudo más y se reavivaron una y otra vez, con las altas temperaturas, la baja humedad y las ráfagas de viento como factores determinantes. Así, el fuego se fue reproduciendo hasta llegar a pueblos vecinos como La Cumbre, San Marcos Sierras, Ascochinga y La Granja. Y a su camino ya destruyó flora, fauna, casas y complejos turísticos.

“Recemos todos para que esto pare, para que llegue la lluvia y para que esto nunca más suceda. Vivimos en este mundo y no lo podemos destruir”, reflexionó por último Julio y aseguró que, pese al mal trago, aún tiene fuerzas para volver a construir su casa.

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