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La final por el primer ascenso de la Primera Nacional se jugó con el pulso acelerado de los partidos que hacen historia. En el estadio Ciudad de Vicente López, Gimnasia y Esgrima de Mendoza le ganó a Deportivo Madryn por penales (3–0) después del 1–1 en los 90 minutos y un alargue sin quiebres. Fue una definición de alto voltaje, con VAR protagonista, pelotas paradas decisivas y un cierre que exigió cabeza fría. En ese guion, el nombre de Matías Muñoz —riogalleguense, producto de Boxing Club— quedó subrayado: fue titular en el mediocampo del Lobo, sostuvo el orden en el tramo más áspero y se retiró aplaudidísimo cuando Ariel Broggi buscó aire fresco para la arremetida final.
El arranque fue áspero y cortado, a tono con una final sin red. Gimnasia avisó dos veces y el VAR corrigió ambas: primero, una conquista invalidada por mano previa de Matías Muñoz tras un rebote aéreo; luego, otro festejo de Nicolás Romano anulado por mano de Nicolás Servetto al inicio de la jugada. Deportivo Madryn respondió desde media distancia —Diego Crego obligó a lucirse a César Rigamonti— y se plantó para discutir la pelota parada, su arma de toda la temporada.
La historia cambió a la media hora del complemento. A los 32′ ST, Nazareno Solís colgó un tiro libre desde la izquierda y Luis Silba ganó en el cielo del área para poner el 1–0 aurinegro. El sur gritó en la noche bonaerense. Gimnasia fue con lo que tenía: empuje, envíos cruzados, segundas jugadas. Y encontró una vida extra en el agregado. A los 46′ ST, un remate de Facundo Lencioni rebotó en la mano de Alejandro Gutiérrez; penal. A los 48′ ST, el propio Lencioni pateó fuerte y esquinado: Yair Bonnin voló a un lado, la pelota viajó al otro. 1–1 y a la prórroga.
En el suplementario, el reloj fue enemigo de las piernas. Deportivo Madryn tuvo el 2–1 con Nicolás Maná —anulado por offside— y, del otro lado, Gimnasia apiló llegadas que encontraron a Bonnin en versión gigante ante Lencioni y Matías Recalde. No hubo más margen: la final viajó al punto del penal. Allí, la efectividad mendocina fue perfecta y la puntería patagónica se nubló. Luciano Cingolani, Facundo Lencioni y Matías Recalde convirtieron para el Lobo; Federico Recalde, Nicolás Maná y Diego Crego fallaron para Madryn. 3–0 en la tanda y ascenso sellado.
La foto de los protagonistas ayuda a leer el partido. Matías Muñoz se paró de arranque como volante de presión y primer pase, el rol que Broggi le confió en esta recta final: sostener la intensidad, equilibrar por dentro y ofrecer salida limpia cuando la pelota quema. En el segundo tiempo, con el trámite abierto, su tarea fue morder arriba, cerrar líneas y reducirle metros al lanzador rival. Tras el empate, el DT movió el banco y Muñoz dejó el campo entre aplausos para refrescar piernas en la última carga. Después, ya con el título en la mano, el santacruceño se quebró ante las cámaras en diálogo con Tyc Sports: “Lograr esto con la gente que amo, quedar en la historia del club, es algo hermoso. Me asusté cuando nos convirtieron, pero este equipo demostró que tiene unos huevos bárbaros. Desde enero venimos peleando por esto, no se nos podía escapar. Gracias a Dios y al trabajo lo pudimos lograr”, dijo, abrazado a sus padres, llorando de orgullo.
Y dejó un gesto de nobleza para el origen del camino: “Ezequiel Medrán es parte de esto; formó este equipo y estuvo gran parte del torneo. Agradecerle a él y a Ariel que luego con su cuerpo técnico hizo un laburo bárbaro”.
El otro capítulo de la noche es la Patagonia. Deportivo Madryn rozó el sueño y cayó por centímetros. La derrota duele, pero no clausura nada: el reglamento le da una segunda vida inmediata en el Reducido por el segundo ascenso, donde ingresa directamente para disputar las fases decisivas junto a los clasificados de ambas zonas. Es, también, el reconocimiento a una campaña de 60 puntos, una defensa fiable y una identidad competitiva que puso al club chubutense en la conversación grande. En Puerto Madryn, las caravanas que fueron a despedir al plantel y el aliento que bajó desde su tribuna en Vicente López cuentan de una ciudad que se abrazó a su equipo y lo seguirá empujando en el tramo que falta.
La historia personal de Muñoz le agrega un color local ineludible. Nacido en Río Gallegos, criado futbolísticamente en Boxing Club, el mediocampista de 29 años atravesó Ferro, Colegiales, Tristán Suárez, All Boys y Unión La Calera (Chile) hasta encontrar en Gimnasia (M) un lugar para consolidarse como pieza de finales. En noviembre, su foto estará expuesta en la cartelera de deportistas emblema de Boxing —donde ya están “Toto” Avilés (Inter Miami), Benicio Romero (arquero de las juveniles de Racing) y Gisel Alberto (gimnasia)—, un gesto que simboliza lo que esta noche significó para Santa Cruz: pertenencia, trabajo y una carrera que no se olvidó de dónde salió.
Queda una estampa final que ordena los renglones: Gimnasia celebra, Mendoza vuelve a la elite y un patagónico —Muñoz— se mete en la postal del ascenso. Deportivo Madryn, mientras tanto, no cierra el libro: cambia de página y va por la segunda oportunidad que ofrece el torneo. En un fútbol que cada vez valora más los proyectos sostenidos, lo que ocurrió en Vicente López dejó una lección nítida: los caminos largos, con acento federal, también llevan a la cima. Y allí, entre banderas negras y blancas y el viento que parece soplar desde el sur, quedó escrito que el interior tiene la palabra.










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