En el segundo día de la travesía en el Atlántico sur, la enviada especial de Grupo Crónica, Verónica Benaim, acompañada por el camarógrafo Javier Bonifacio, hablaron con una de las oficiales del rompehielos Irízar y conocieron su historia de vocación y compromiso con la Armada Argentina.

Se trata de la teniente de fragata María Sol Narveña, quién brindó una entrevista exclusiva en el día que se cumplieron 40 años del hundimiento del crucero ARA General Belgrano en el marco de la Guerra de Malvinas. La joven oficial, tiene muy presente la historia de la Armada, ya que desde pequeña estuvo rodeada del mar y los navíos de esa gloriosa institución.

“Crecí en Mar del Plata, una ciudad balnearia que tiene el mar constantemente cerca, eso hizo que me llame la atención la Armada. También, conocer la fragata Libertad de pequeña, cuando todavía no había mujeres en la fuerza. Fui con mi madre y la visitamos, quedé maravillada. Esa fue otra causa por la cual ingresé, para poder navegar en la fragata Libertad”, relató María sobre los motivos que la llevaron a ingresar a la Armada.

“También tuve otra experiencia navegando en la cuál se había movido bastante el buque. Me pareció una experiencia increíble. Siempre de chica me veía donde estoy ahora“, agregó.

Por otro lado, la oficial sostuvo que a bordo de la embarcación no hay diferencias entre hombres y mujeres a la horas de desempeñar las tareas designadas.

“Es igualitario, no hay diferenciación, sí en el alojamiento y la utilización de los baños, pero las tareas se distribuyen igualitariamente”, aseguró.

En cuánto a sus funciones, María cumple un rol fundamental para la navegación del rompehielos Irízar.

“Ahora estoy como oficial de seguridad náutica. En el momento de operaciones, cuando el buque navega, yo sería la que llevo el buque. Le ordeno al timonel el rumbo para dirigirnos de una dirección a otra“, detalló.

Además, recientemente pudo cumplir uno de sus más grandes objetivos dentro de su carrera profesional que era conocer el continente blanco. “Uno de los sueños dentro de mi profesión fue conocer la Antártida. Fue una experiencia hermosa, profesionalmente increíble. Me nutrió muchísimo“, manifestó Narveña.

“No extraño mucho, pero siempre la familia a uno lo tira y tiene ganas de verlo”.

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