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Apenas unas horas después de aterrizar en Buenos Aires, tras un largo regreso desde Polonia, Génesis Valdez y su papá, Jorge Valdez, conversaron con LU12 AM680 y contaron, con emoción y detalle, cómo fue el camino que la llevó a ser subcampeona mundial de kata en el Mundial ITKF 2025.
La charla permitió conocer no solo el resultado deportivo, sino el trasfondo humano de un esfuerzo familiar que empezó cuando Génesis tenía apenas cinco años. “Ella empezó en pandemia, casi por casualidad, porque veía Karate Kid y la serie Cobra Kai”, relató Jorge. Desde entonces, su vocación fue tomando forma. Hoy, con tan solo diez años, forma parte de la Selección Argentina de la escuela CSAI Justo Gómez, y entrena con la misma seriedad que atletas adultos.
El Mundial, que se disputó en la ciudad de Wieliczka, incluyó jornadas intensas: “Hizo cuatro o cinco combates, le fue muy bien, se definió todo al final”, contó su padre. La delegación argentina participó de un campamento técnico en las históricas minas de sal, una experiencia única dirigida por el propio Justo Gómez, séptimo dan y múltiple campeón del mundo.
La disciplina como motor
Durante la entrevista, Jorge destacó la disciplina y compromiso inquebrantables de su hija. “Se levantaba a las 5:30 de la mañana para entrenar por Zoom en el living de casa”, contó. Esto fue clave cuando su sensei se alejó de la federación, pero Génesis no bajó los brazos. Con ayuda de la familia y el acompañamiento técnico de Lucas Morales, quien viajó a San Julián para entrenarla, mantuvo el ritmo de trabajo.
Ese mismo espíritu la llevó a destacar en el Torneo Conosur en Uruguay, donde con solo nueve años obtuvo podios en kata y kumite. Luego vino el Gasshuku en Concordia, un curso intensivo en condiciones climáticas exigentes, donde rindió examen para el cinturón marrón – tercer kyu, lo que derivó en su convocatoria formal al Mundial.
Una red de apoyo que hizo posible el viaje
Pero el viaje no fue sencillo. La familia debió trabajar intensamente para costear la experiencia, desde rifas y actividades solidarias hasta colaboraciones espontáneas. “Nos ayudó gente de todo el país, familiares, amigos, empresas y hasta mi hermano con su emprendimiento de pastas”, agradeció Jorge, conmovido.
Consultada al aire, la pequeña no escondió su alegría: “Estoy re contenta. Fue un viaje muy largo, pero lo disfruté mucho. Hice entre cuatro y cinco combates, y lo más lindo fue conocer a chicos de otros países”, dijo con naturalidad, mientras su papá, orgulloso, anticipaba un cálido recibimiento de vuelta en casa.
Más que una medalla
El logro de Génesis Valdez no se mide solo en la medalla de plata, sino en todo lo que representa. La historia de una niña del interior profundo de Santa Cruz que, con esfuerzo, apoyo familiar y mucha dedicación, se subió al podio de un mundial de karate. Un ejemplo de que el alto rendimiento no es exclusivo de los grandes centros urbanos.
Desde Puerto San Julián, Génesis se proyecta como una de las grandes promesas del karate tradicional argentino. El desafío ahora será sostener el proceso. La familia adelantó que permanecerán unos días en Buenos Aires antes de regresar al sur. Mientras tanto, en su ciudad, ya la espera un merecido reconocimiento. Porque su historia no es solo la de una campeona: es la de una comunidad entera que la empujó hasta lo más alto.
“Cada esfuerzo tuvo su lindo fruto”, resumió Jorge. Y esa frase, sencilla y contundente, condensa lo que vivió esta familia. Porque detrás de una medalla, siempre hay una historia. Y esta, sin dudas, es de las que vale la pena contar.
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