Fue un momento emocionante. Quizá uno de los actos políticos más recordados de la historia argentina. Eran cientos de miles de personas sobre la 9 de Julio a pocos días de las elecciones que marcarían el final de la sangrienta dictadura cívico-militar nacida en 1976. Flotaban en el viento banderas radicales. En el palco, de espaldas al Obelisco, el candidato Raúl Alfonsín brindó un discurso histórico y lo cerró con unas palabras que todos recibieron emocionados y eufóricos. Fue el Preámbulo de la Constitución Nacional.
Se cumplen 40 años de ese acto de cierre de campaña y de esas elecciones que marcaron el nacimiento de nuestra democracia moderna.
Raúl Alfonsín fue el presidente que representó y llevó adelante el renacer democrático. Tuvo que soportar levantamientos militares, el insólito ataque del MTP al cuartel de La Tablada, un final con hiperinflación que lo llevó a entregar antes el poder. Pero consolidó el sistema democrático y parte de esa consolidación fue histórico y único en la región: el juicio a las Juntas Militares de la dictadura.
En ese acto de cierre en el Obelisco, Alfonsín dijo lo siguiente: “Argentinos, vamos todos a volver a ser los dueños del país. La Argentina será de su pueblo. Nace la democracia y renacen los argentinos. Decidimos el país que queremos; estamos enfrentando el momento más decisivo del último siglo. Y ya no va a haber ningún iluminado que venga a explicarnos cómo se construye la república. Ya no habrá más sectas de “nenes de papá”, ni de adivinos, ni de uniformados, ni de matones para decirnos lo que tenemos que hacer con la patria.”
Raúl Alfonsín está en la historia de la Argentina. Se lo merece. Y no lo reconocen solo los radicales.
Pero hoy, a cuarenta años de esos momentos históricos, que muchos argentinos no han vivido, hay jóvenes -y no tanto- que siguen de manera fanática a un personaje que sostiene que Alfonsín “es uno de los máximos responsables del fracaso del país”.
Javier Milei, de él se trata, puede llegar a ser el próximo presidente de la Argentina. A cuarenta años del renacer democrático no solo golpea desmesuradamente a Alfonsín sino que pone en duda las atrocidades de la dictadura. Como decían los propios militares del llamado Proceso, “existieron algunos excesos”. Eso opina quien puede comandar los destinos del país a partir de diciembre.
Y aunque parezca increíble, apoyado por algunos radicales. En una aparición en 2020, así definía a Raúl Alfonsín: “El hijo de re mil puta, fracasado, hiperinflacionario de Chascomús que se fue como una rata, y el señor Antonio Cafiero, el abuelito de “Cafierito”, o sea que venimos hace tres generaciones soportando a estos pelotudos.”
Hay dirigentes radicales que lo apoyan públicamente y lo piensan votar el 19 de noviembre.
Y esta es una sola parte de lo que piensa y propone el hombre que ahora guardó la motosierra amenazante y se deja manejar en términos de campaña por sus nuevos socios, Mauricio Macri y Patricia Bullrich. Pero sigue pensando lo mismo aunque ahora aparezca estratégicamente más calmo.
Las democracias del mundo conviven con estos personajes. Tenemos cerca el ejemplo de Brasil con Jair Bolsonaro, que no por casualidad es un referente y un apoyo internacional de Milei. Bolsonaro llegó por los votos de una parte de la sociedad que desprecia a Lula, pero después de un mandato con los votos lo sacaron a este extremista. Costó, porque estos personajes dicen respetar la democracia pero es mentira. Bolsonaro alentó a sus seguidores a ir a pedir a los cuarteles que las Fuerzas Armadas impidieran la asunción de Lula. De la misma manera que en Estados Unidos Donald Trump promovió la inédita toma del Capitolio en Washington para evitar la asunción de Joe Biden.
Son personajes cortados por la misma tijera.
No respetan la democracia cuando llegan los votos en contra.
La Argentina puede entregarle el gobierno nacional a un personaje así. Javier Milei es un Bolsonaro, un Trump.
Cumplimos cuarenta años de democracia y veremos el 19 de noviembre si en la sociedad argentina prendieron los anticuerpos para frenar a quienes ponen la democracia en peligro.
Es cuestión de tener memoria.
Memoria de quien fue Raúl Alfonsín y de lo que costó dejar atrás los golpes militares.
No se pueden tirar por la ventana estos ejemplos. No se pueden rifar cuatro décadas democráticas.
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