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Suba del dólar e incertidumbre por las elecciones, dos factores que golpean a la economía doméstica doméstica de los argentinos que genera una nueva aceleración de la inflación. 

En diálogo con LU12 AM680, el economista y especialista en administración financiera del sector público Rafael Flores explicó que las recientes subas de precios en góndolas están relacionadas a esos factores 

“Pass-Through

El concepto de “pass-through” mide cuánto de la subida del dólar se traslada a los precios. Explicó que, a diferencia de un régimen de alta inflación donde los precios siguen automáticamente al dólar por falta de referencias, en el actual escenario de “inflación moderada“, no todo el aumento del tipo de cambio se pasa a los productos. “El comerciante sabe que si sube el 15% que subió el dólar, la gente no le compra“, afirmó.

Según el economista, hay factores objetivos que explican las subas, como el aumento del costo de bienes importados o aquellos con componentes extranjeros, como los automóviles. Sin embargo, también existe un componente especulativo que se podrá evaluar con mayor claridad al analizar los índices de julio y agosto.

La caída del consumo 

Una de las razones clave por las que la inflación no se dispara de manera más abrupta es la “caída de la actividad económica y sobre todo la caída del consumo“. 

El economista señaló que con un consumo “muy deprimido”, los comerciantes no pueden trasladar la totalidad de sus aumentos de costos a los precios porque se arriesgan a una caída drástica en sus ventas. “Claramente con una caída del consumo como la que estamos viendo, no vamos a tener un traspaso total a precios porque la gente no compra“, sostuvo.

Esta situación genera tensiones en la cadena comercial, con discusiones entre supermercados, mayoristas y productores para ver “quién pierde más o quién pierde menos“. Para Flores, esta es la “parte negativa” de que la inflación no se dispare más: está contenida por una recesión en el consumo. Por otro lado, la parte positiva de una inflación más moderada es que permite a los comerciantes discriminar entre productos nacionales e importados, evitando que todo aumente indiscriminadamente.

Incertidumbre electoral 

El economista anticipó un “escenario bastante turbulento hasta las elecciones“. Históricamente, en Argentina, la incertidumbre preelectoral lleva a la población a dolarizar sus ahorros. “El que tiene algo de ahorros dice, ‘¿Qué va a pasar en las próximas elecciones?’ No sé. () Ante la duda, ¿qué hago? Voy a lo más seguro que conozco, dólares”, describió. Este aumento en la demanda de dólares para atesoramiento impulsa el precio hacia arriba, lo que a su vez impacta en la inflación.

No obstante, matizó que la suba del dólar también corrige un desequilibrio previo, ya que los “valores muy bajos del dólar” que se venían registrando, si bien eran “muy agradables para poder comprar productos importados”, generaban un “impacto negativo en la producción nacional“, contribuyendo a la recesión.

¿Qué hacer con los pesos?

Consultado sobre cómo proteger los ahorros en este contexto, evitó dar una recomendación única y planteó escenarios según el perfil de riesgo de cada persona.

Para quienes buscan tranquilidad y no quieren “sobresaltos”, la compra de dólares es la opción más segura. “Por ahí no ganás tanto o no ganás directamente si es solamente tener los dólares guardados () pero te permite pasar estos momentos de turbulencia con una cierta tranquilidad”, indicó.

Para aquellos con un “espíritu más arriesgado y que buscan “alguna ganancia extra“, las altas tasas de interés actuales pueden ser una oportunidad. Quedarse en pesos con algún instrumento financiero podría generar una “ganancia significativa“, aunque asumiendo un riesgo mayor.

El plazo fijo tradicional sigue siendo una alternativa para quienes se quedan en pesos, y el plazo fijo UVA es una opción para quienes buscan un rendimiento equivalente a la inflación. Flores también mencionó los fondos comunes de inversión con liquidez en 24 horas, ofrecidos por la mayoría de los bancos. Advirtió, sin embargo, contra la inversión en instrumentos más sofisticados como bonos o acciones sin el debido asesoramiento profesional, calificándolo como una “receta para el desastre”.

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