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En la previa de un Superclásico que vuelve a partir el país entre camisetas, cábalas y sobremesas prolongadas, La Opinión Austral sentó frente al micrófono a dos referentes que viven el día a día de sus colores a 2.500 kilómetros del Obelisco. Guillermo Perea, por River, y Juan Zúñiga, por Boca, se acercaron a los estudios para leer la radiografía de un cruce que se jugará a las 16:30 en La Bombonera, con la clasificación a la Copa Libertadores como telón de fondo y una tensión competitiva que no aflojó en todo el año.
“Es un partido aparte. A veces River llegó victorioso y Boca ganó; otras fue al revés. Este partido les da un plus a todos“, definió Perea, quien pidió contexto para un River que atravesó días agitados tras la derrota ante Gimnasia y el penal fallado por Miguel Borja en el final. Del otro lado, Zúñiga no llevó el análisis al exitismo: “Boca sacó resultados, pero muchas veces se explicaron por individualidades. Nos costó cerrar los segundos tiempos; el equipo se tiró atrás y perdió reacción“. La coincidencia, inusual en la previa del clásico, fue que los dos necesitan ganar: “Ganando o empatando se meten a octavos, pero hay que entrar a la Copa”, insistió el referente millonario.
La conversación puso nombre propio cuando apareció Leandro Paredes en la mesa. “Acomodó todo. Te da una cuota de fútbol y pone la pelota al pie. Desde Riquelme que Boca no tenía un jugador distinto así“, subrayó Zúñiga. La reflexión derivó en los de arriba: Merentiel, “con rachas”, y el repunte del “Chanquito” Exequiel Zeballos, “más armadito y con gol”, según el dirigente xeneize, ilusionaron a una Bombonera que quiere explotar.
En Núñez, Perea defendió la jerarquía de Borja más allá de los vaivenes: “Los goleadores son así. Puede reaccionar en este partido y volver a la racha“. El mapa de River se armó con piezas conocidas: “Juanfer —Juan Fernando Quintero— te cambia un partido con una bocha. Lo veo para un tiempo. Nacho Fernández también puede entrar”, explicó, sin vender humo sobre la actualidad del equipo: “Hasta ahora no encontró la vuelta. Con una buena pretemporada, Marcelo Gallardo lo va a consolidar. Hay que bancarlo. Renovó un año más y me pareció perfecto”.
El panel no esquivó la pregunta que todos hacen. ¿Cavani sí o no? Zúñiga fue prudente: “Se recuperó, pero viene sin fútbol. Yo no lo pondría de arranque. Miltón Giménez llega mejor. En Boca los delanteros van por rachas”. El chileno Carlos Palacios quedó en un punto medio: “Chispazos. Todos esperamos un poquito más”, confesó el representante de la peña. Para River, Perea imaginó variantes arriba si el colombiano no está fino: “Salas, Driussi si llega y Lencina pueden entrar”.
La radiografía del vestuario millonario sumó noticias: Gonzalo Montiel y Sebastián Driussi volvieron a la lista tras recuperarse de sendas molestias, mientras que Facundo Colidio quedó afuera por lesión. Entre los jóvenes, asomó Cristian Jaime como alternativa desde el banco; siguen ausentes Federico Gattoni y Sebastián Boselli, además de los lesionados Germán Pezzella y Giorgio Costantini. En Boca, la lista de concentrados tuvo foco en Edinson Cavani: el uruguayo se concentró pese a no haber sumado fútbol formal; la contracara fueron las bajas confirmadas de Rodrigo Battaglia (desgarro en el sóleo) y Alan Velasco (ligamento interno), dos titulares que Claudio Úbeda —a cargo del equipo tras la muerte de Miguel Ángel Russo— suplió con variantes y funcionamiento. Ander Herrera volvió a sumar minutos en los últimos cinco partidos, pero Úbeda lo llevaría de a poco y sostendría a Palacios para no tocar un andamiaje que venía respondiendo.
El contexto competitivo subió la vara: con el torneo entrando en zona de definiciones, Boca puede asegurar el boleto a la Libertadores si gana en casa; River, en cambio, juega con la soga al cuello: una derrota puede complicar seriamente su ingreso a la copa y dejaría al equipo de Gallardo expuesto a otra semana de lupa encendida. En ese marco, el historial suma combustible: en 264 partidos oficiales, Boca lidera con 92 triunfos contra 88 de River y 84 empates. En torneos locales, la ventaja también es xeneize: 78–73–66. En el plano internacional, la balanza se equilibró: 11 victorias de Boca, 10 de River y 11 empates. El último antecedente había quedado del lado millonario: 2–1 en el Monumental (27/04/2025), con goles de Franco Mastantuono y Sebastián Driussi, y descuento de Miguel Merentiel.
El análisis táctico llegó desde el sentimiento. Zúñiga vio a Boca “con un once casi de memoria” pero advirtió sobre “bajones de funcionamiento” que complicaron los cierres. En la pizarra personal, pidió a Lucas Blondel en lugar de Barinaga y marcó a Juanfer como la amenaza a referenciar “por su pase entre líneas”. Perea, por su parte, puso el foco en el mediocampo: “Si Enzo Pérez tiene un buen partido, River ordena todo“, y se entusiasmó con un Quintero decisivo “para el segundo tiempo“, cuando las piernas pesan y la zurda vale doble.
Entre mates, parrillas y promesas, la charla también pintó una postal de cómo se vive el clásico en Río Gallegos. Zúñiga contó que se juntará “con tres o cuatro” para ver el partido ya que llega “sobre la hora”. Perea habló de un asado en la casa de un integrante de la filial: fútbol, discreción y ritual. Hubo espacio para una discusión que atraviesa al fútbol argentino: las sociedades civiles y el desembarco de fondos privados. Zúñiga se plantó: “Ojalá no se pierda la pasión. No somos Europa. Los socios tienen que elegir a sus autoridades”. La defensa de lo propio, de un modelo que se sostiene con pertenencia, sonó fuerte en la Patagonia.
Pronósticos
Cuando llegaron los palpitos, nadie se escondió. Perea jugó a dos puntas: 1–0 para River “con Salas” o 1–1 con gol de Merentiel. Zúñiga fue directo: 2–0 Boca, goles de Zeballos y Merentiel. La dialéctica del clásico en estado puro: fe, argumentos y un margen de incertidumbre que explica por qué el país se detiene para mirar lo mismo.
Las listas de concentrados y las bajas vistieron de realismo el entusiasmo. Boca llega con Cavani en duda, Battaglia y Velasco descartados, Herrera sumando rodaje y un Palacios en observación. River recupera a Montiel y Driussi, lamentaba la ausencia de Colidio y apuesta por unos treinta minutos buenos de Juanfer como llave para abrir una defensa que necesita aprender a sostener sus segundos tiempos. Entre esos pliegues, el partido empieza a jugarse antes: en el banco, en las piernas y en la cabeza.
En el país que mide los domingos por el ruido de las canchas, el Superclásico vuelve a ser un asunto de identidad. Boca y River se pararán en la cornisa entre la obligación y el deseo, con la Libertadores como horizonte y La Bombonera como teatro. En los estudios de La Opinión Austral, Guillermo Perea y Juan Zúñiga pusieron palabras simples para un juego complejo: goles, rachas, jerarquía, pertenencia. El resto, como siempre, lo escribirá la pelota.
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